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16 enero 2019 3 16 /01 /enero /2019 00:00
Viñeta: Luca Garonzi

Viñeta: Luca Garonzi

Debemos enfrentar la realidad: las políticas inhumanas diseñadas para impedir la migración no detienen a las personas en movimiento. Estas políticas fortalecen a funcionarios corruptos y a bandas criminales. Estas políticas criminalizan y arrojan a las personas vulnerables a las manos de traficantes y redes criminales que las explotan despiadadamente

Joanne Liu (Presidenta Internacional de Médicos Sin Fronteras (MSF))

Retomamos de nuevo datos y reflexiones de Patricia Simón en este fantástico reportaje para el medio La Marea: 2018 ha sido el año con mayor número de personas migrantes llegadas por la vía marítima: 43.467 personas, a bordo de 1.636 pateras, a fecha de 15 de octubre pasado. Ello supone 14.000 personas más que en 2017. La mayoría de ellas continúan su periplo hacia otras ciudades de Europa, y sólo están en nuestro país el tiempo imprescindible para poder continuar viaje. La tarea más ardua e imprescindible la realizan los barcos humanitarios de diversas ONG's, que son los que intentan rescatarlos en el mar, y que los muertos sean los menos posibles. Sus experiencias son terribles. Su agotamiento también. Desde hace varios meses acá se ha impuesto la respuesta negativa cuando dichas embarcaciones solicitan un puerto seguro donde llegar. Ante esta petición, se les ofrece la negativa como respuesta. La inhumanidad se vuelve tan descarada, que últimamente es frecuente que los informativos diarios nos cuenten los puertos que se han negado a recibirlos, y el número de días que llevan navegando, intentando que algún país se haga cargo de ellos. Absolutamente inaudito, detestable, aberrante. Hemos llegado a tocar fondo como sociedad, cuando permitimos que estos crueles episodios se instalen en nuestro imaginario colectivo y cotidiano. Vergüenza es la única palabra que se nos ocurre para calificarlo. Y aún así (¡cómo es la naturaleza humana!), muchas veces son las propias reacciones y actitudes de los migrantes los que alegran a las personas que se dedican a su recepción y su traslado. Se contemplan estampas como la sonrisa de un niño, un joven bailando, una madre amamantando a su bebé...son ellos y ellas, a pesar de su tragedia personal, los que inyectan alegría y esperanza a las escenas dantescas que experimentan.

 

Y muy lejos de estos lugares, de estas desgracias, de estas escenas, en Bruselas, en el Parlamento Europeo, se siguen llenando la boca hablando de los Derechos Humanos. El cinismo parlamentario alcanza cotas insospechadas. Pareciera que el ser humano ya no puede caer más bajo. Pero cae, y vuelve a caer. Su insensibilidad hacia sus congéneres es absoluta, perversa, malévola, despiadada.  Parece que aceptan ya de buen grado, de forma normalizada, que una gran parte de la población mundial se haya vuelto superflua, y sea tratada de forma indigna e inhumana. Las únicas políticas que son capaces de crear son aquéllas que les conducen a la muerte, y si la superan, al encarcelamiento, a la deportación, a la precariedad, a la economía sumergida, a la pobreza y a la miseria. Pero para nuestros gobernantes estas personas sólo son números de una terrible y fría estadística, una estadística que sale en sus gráficos y en sus informes, pero de la cual no quieren saber nada más. Para esta necropolítica neoliberal parece que unas vidas valen más que otras, y sus medidas van orientadas a que toda esta población sobrante se muera, o simplemente, no sea un estorbo, no moleste a la población acomodada. Y luego, estos responsables del diseño de esta indecente Europa Fortaleza se harán los sorprendidos, o se rasgarán las vestiduras cuando contemplen el ascenso del fascismo en sus Parlamentos nacionales, y no sabrán explicarlo, porque no tienen ni la inteligencia suficiente como para darse cuenta de que son ellos/as mismos/as, con sus políticas, los que lo están fomentando. Patricia Simón acierta de pleno cuando afirma: "No, [ese fascismo] es el hijo natural de treinta años de discursos políticos y mediáticos dirigidos a la creación de un enemigo exterior personalizado en el inmigrante, con el fin de desviar la atención ante la incapacidad de la clase dirigente de dar respuesta a los verdaderos problemas de sus sociedades".

 

Es un fascismo social larvado, criado en los pechos de este salvaje neoliberalismo globalizado, que no tiene empacho en tratar a los extranjeros indocumentados como "el peligro" ante el que hay que protegerse. Nuestra actitud es muy bien resumida por Javier Cortines en este artículo: "Primero les abrimos las puertas, luego los abandonamos y practicamos la segregación y el apartheid". Según Cortines: "Da la impresión de que el valor de los seres humanos depende de su "denominación de origen", pues el "mercado" lo impregna todo, desde la superficie al subsuelo". En efecto, en cualquier metrópoli del mundo podemos comprobar cómo se van formando guetos de migrantes, porque la población autóctona va cambiando su residencia, y abandonando a los extranjeros. Una mayoría sobrevivirán en la marginalidad social, en la clandestinidad, sin derechos, después de pasar algún tiempo encerrados como bestias en los CIE. Vagarán por las calles, permanecerán en un "limbo jurídico" (como afirma Luis Díez en este artículo para el medio Cuarto Poder), carecerán de documentación, sobrevivirán como puedan, serán perseguidos, serán agredidos, soportarán el desprecio, serán discriminados, serán excluidos. Se dedicarán a cualquier cosa, a cualquier tarea que pueda darles cada día el pan que necesitan. Y a veces ni eso. Serán ese grueso de la población ignorada, habitando en una especie de "inframundo social". Serán las dianas de esa ultraderecha racista y xenófoba, que odia a los migrantes, y que desgraciadamente se extiende cada vez más a lo largo y ancho de nuestra geografía. De los miles de expedientes de expulsión resueltos, sólo se ejecuta una mínima parte. Muchos de ellos se niegan incluso a decir a la Policía el país del cual proceden. Simplemente dicen "de África". Estas personas, para las cuales su expulsión no ha sido posible, deberían disponer de una certificación que lo acredite, y así se evitarían desgraciados episodios con la policía. A todos/as ellos/as les gustaría abandonar ese limbo jurídico donde se encuentran, y disponer de algún documento que acredite su situación, y así poder abrirle puertas a la "legalidad", a conseguir la nacionalización, etc., y así tener más posibilidades de salir de esa marginalidad donde se encuentran.

 

Pero tampoco ocurre esto, así que estas personas continúan en su triste y anacrónica situación. Los partidos políticos de la derecha xenófoba se oponen a estas medidas, y continúan argumentando vilmente que eso constituiría un "efecto llamada" insoportable. Hasta ese punto llega su indecencia. Las políticas de fronteras son así de despiadadas...para los pobres. Luis Díez nos informa de que, en consonancia con la recomendación de la Comisión Europea del 16 de noviembre de 2017, recogida en la llamada Directiva de Retorno, el grupo parlamentario confederal de  Unidos Podemos solicitó al Gobierno "medidas para documentar por escrito a las personas migrantes con órdenes de retorno aplazadas temporalmente, para establecer la extensión de su estatuto de garantías, y para especificar los supuestos y requisitos en los que resultaría procedente otorgarles una autorización por motivos extraordinarios en casos de situación de irregularidad prolongada". Esta petición ha sido ignorada a día de hoy. El limbo jurídico continúa, la exclusión social también, la desesperación de estas personas también. Son personas invisibles para el poder, pero tremendamente visibles para uso y abuso de explotadores, violentos y racistas. Extrapolemos esta situación a todo el contexto europeo, donde millones de personas sobreviven en la más oscura tragedia. Una política de fronteras sensible debería ampliar el catálogo de opciones legales de residencia, sin embargo no lo hace. Y mientras todo ello ocurre, el proceso de externalización de nuestras fronteras crece, se amplía y continúa ofreciendo pingües beneficios a los sectores armamentísticos y de seguridad, que son los principales nichos de mercado que se han beneficiado con el creciente número de contratos y medidas de seguridad fronteriza. En el fondo, como tantas veces hemos afirmado, es el capital quien sale ganando con todas las "soluciones" que se diseñan. Sean éstas cárceles, muros o sistemas de impedimento legal, las empresas que están detrás de estos instrumentos salen ganando. 

 

Y es que el gran capital no tiene amigos, ni sensibilidad, ni nacionalidad, ni fronteras, sólo posee intereses. No responderá por nada ni por nadie, sólo estará a la hora de contabilizar los beneficios. Le dará igual de dónde proceden, sólo le importarán las ganancias. No se cuestionará la licitud o ilicitud de sus negocios, sólo se marcará el objetivo de incrementar sus cuentas de resultados. Y así, millones de euros son destinados en la actualidad a una serie de proyectos destinados a impedir la migración de determinadas personas hacia territorio europeo, o su desplazamiento dentro de éste. El rango es amplio: incluye la colaboración con terceros países (fuera de la UE) para la aceptación de personas deportadas, la formación de su policía y guardia fronteriza, el desarrollo de potentes e inteligentes sistemas biométricos de identificación, la dotación de sofisticado equipamiento, incluidos helicópteros, barcos patrulleros, vehículos, y equipos de vigilancia y seguimiento. Como podemos imaginar, las empresas que están detrás de la fabricación de todos estos instrumentos, se están haciendo de oro. Y así, a la Unión Europea y sus Estados miembro no les preocupan si esos terceros países con quienes acuerdan estas cuestiones respeten o no los derechos humanos, si son más o menos autoritarios, más o menos represores, más o menos violentos. La UE emplea una erudita retórica sobre los derechos humanos en sus discursos, sus altos jerifaltes pronuncian exaltados discursos, reclamando el cumplimiento de los derechos humanos, la democracia y el Estado de Derecho, pero después de que los discursos acaban, acuerdan con regímenes dictatoriales siempre y cuando éstos se comprometan a impedir que la "migración irregular" llegue a las costas europeas, o a sus alambradas y concertinas. Sin ir más lejos, la UE ha firmado acuerdos con regímenes infames como los de Chad, Nigeria, Bielorrusia, Libia o Sudán, y les ha proporcionado fondos para que realicen su "trabajo". La violencia y la represión contra personas desplazadas por la fuerza fomentan también la migración clandestina, consiguiendo el efecto contrario al que se pretende. Porque de esta forma, reconfiguran y potencian el negocio del tráfico de seres humanos, y refuerzan el poder de las mafias y redes de trata de personas, de extorsión y de violencia contra ellas. Como consecuencia, muchas personas se han visto obligadas a buscar otras rutas, a menudo mucho más peligrosas, y a confiar en traficantes que cada vez tienen menos escrúpulos. La situación por esta vía se complica. Continuaremos en siguientes entregas.

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15 enero 2019 2 15 /01 /enero /2019 00:00
Bolsonaro: primeras medidas del "Trump del Sur"

El nuevo gobierno de Brasil se parecerá más a una junta militar de un país de América Latina de finales del siglo pasado que al gabinete técnico de una democracia del siglo XXI, y la presencia de tantos militares en puestos de tanta responsabilidad será un acontecimiento sin precedentes desde que en 1985 se pusiera fin a la dictadura

Juraima Almeida

Perseguirá, encarcelará y asesinará sin merced a quienes resistan sus atropellos. Las libertades serán coartadas y la cultura sometida a una persecución sin precedentes para erradicar “la ideología de género” y cualquier variante de pensamiento crítico. Toda persona u organización que se le oponga será blanco de su odio y su furia. Los Sin Tierra, los Sin Techo, los movimientos de mujeres, los LGTBI, los sindicatos obreros, los movimientos estudiantiles, las organizaciones de las favelas, todo será objeto de su frenesí represivo

Atilio Borón

Purgar a los empleados públicos de la anterior administración petista, desmantelar algunas agencias públicas, atacar a la comunidad LGTBI, ofrecer más permisividad frente al uso de armas, y un neoliberalismo a ultranza (con vocación de privatizar todo servicio público) son los primeros pasos del nuevo “Trump del Sur”, Jair Bolsonaro. Durante su discurso de toma de posesión, el pasado día 1 de enero, mencionó a “Dios por encima de Brasil”, lo cual da idea de su fanatismo religioso. Con un gobierno mayoritariamente de hombres y entre ellos, de militares, poco se puede esperar de este nuevo “Mesías” que ha venido a “salvar al pueblo brasileño del socialismo”, según sus propias palabras. Brasil volverá al blanco y negro durante los próximos años. Su Ministra de Familia, profundamente religiosa, declaró hoy: “Ha comenzado una nueva era en Brasil. Los niños vestirán de azul y las niñas vestirán de rosa”. Una frase que, aunque aparentemente inocente, esconde peligrosos mensajes. Creo que aún no tenemos una idea clara de hasta dónde puede llegar la involución y el retroceso de este país con el nuevo Gobierno de Bolsonaro.

 

Por supuesto, el gobierno de los Estados Unidos ha encajado la nueva era brasileña con los brazos abiertos, y Bolsonaro ya ha declarado que tiene intención de que USA posea una base militar en territorio brasileño. El ex capitán del ejército augura un futuro ciertamente preocupante para su país. Pero hagamos siquiera un breve ejercicio recordatorio de cómo hemos llegado hasta aquí. La operación se inició con el jaque mate a Dilma Roussef y su gobierno, mediante una operación de “impeachment” patrocinada por la derecha y los Estados Unidos. Con acusaciones infundadas y mucha propaganda engañosa, el Parlamento la destituyó de su cargo, nombrando como Presidente (interino) a Michel Temer, que ya comenzó a revertir todas las medidas y políticas desarrolladas a favor de los más pobres en Brasil. En nuestro artículo del Blog explicamos a fondo el Golpe parlamentario que sufrió el gobierno brasileño del PT. Mientras todo esto ocurría, las derechas política, social, y sobre todo mediática brasileñas no descansaban, lanzando todo tipo de campañas, injurias, infundios y conspiraciones para impedir que Luis Ignacio Lula da Silva, el verdadero artífice de la izquierda brasileña, pudiera de nuevo presentarse a unos comicios. Las encuestas le eran favorables, así que la única manera de impedir que se presentara era inhabilitarlo judicialmente, y eso exactamente es lo que hicieron. Actualmente, Lula está encarcelado, cumpliendo condena por el caso Petrobrás, un nudo de corrupción y tráfico de influencias.

 

La izquierda del PT cometió muchos errores (sería ingenuo y poco realista no admitirlo), pero su balance, en cuanto a medidas para disminuir las tremendas desigualdades entre ricos y pobres en Brasil, fue infinitamente más positivo que negativo. Al igual que otras izquierdas latinoamericanas (la de Correa en Ecuador, la de Morales en Bolivia, la de los Kirchner en Argentina, incluso las de Chávez y Maduro en Venezuela), fundamentaron su acción política en redistribuir la riqueza procedente de sus recursos naturales, pero fallaron estrepitosamente en los ámbitos culturales y educativos, que son principales para mantener socialmente el apoyo en toda revolución que se precie. Y así, las vengativas derechas latinoamericanas se lanzan al ataque más agresivo y por todos los medios en cuanto ven algún resquicio o posibilidad para ello. Y en Brasil, con Dilma fuera de combate y Lula encarcelado, el candidato del PT tuvo que vérselas con Bolsonaro, que se presentaba, al igual que Trump en EE.UU., como un “outsider” de la política, que llegaba para “regenerar” el escenario. Pero más que regenerarlo lo que va a hacer es involucionarlo. Bolsonaro es un ultraconservador en lo político, un neoliberal en lo económico, un ultrarreligioso en lo social, y un troglodita en el resto de asuntos. Ha defendido la dictadura que sufrió su país, y es declaradamente fanático, machista, reaccionario, racista, homófobo, bravucón e intolerante. ¡Toda una joya!. Ha estado respaldado masivamente (lo cual ha constituido una pieza clave en su victoria) por la Iglesia Evangélica brasileña, que como todas las iglesias del mundo, siempre apoyan a los candidatos más retrógrados y conservadores.

 

Bolsonaro se ha propuesto eliminar de la sociedad brasileña el pensamiento crítico y de izquierda, y si para ello tiene que acudir a los métodos más discriminatorios y represores, lo hará. Atacará al sistema educativo (ha dicho que piensa “eliminar la basura marxista de las escuelas”), del que ha dicho que únicamente tiene que formar piezas para el mercado de trabajo, y no ciudadanos/as pensantes. Una de sus propuestas es reducir la edad laboral mínima por dejado de los 14 años (que ya insinuara el gobierno Temer). Bolsonaro defiende la prohibición del aborto en TODOS los casos posibles. Atacará igualmente a las poblaciones indígenas y al medio ambiente, habilitando las transformaciones de las tierras de la Amazonía para que puedan convertirse en tierras cultivables. Esta selva es el mayor pulmón del planeta, pero a Bolsonaro esto le importa bien poco. Al igual que Trump, ha declarado que sacará a su país de los acuerdos por el clima y ambientales que tenga suscritos. En el panorama internacional, el gobierno Bolsonaro se alineará con Israel (el gobierno del PT lo había hecho con Palestina), y sobre todo con su mentor principal, Donald Trump, en plena connivencia con sus intereses y “amistades” internacionales. No se pueden esperar otras cosas de un gobierno formado por militares, ultraderechistas, negacionistas y evangelistas. El deterioro de la sociedad brasileña será profundo y abarcará todas las dimensiones. Los únicos que saldrán ganando serán los terratenientes y grandes empresarios. En resumen, Bolsonaro practicará un régimen dictatorial disfrazado de democracia. Malos tiempos se avecinan para Brasil.

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14 enero 2019 1 14 /01 /enero /2019 00:00
Viñeta: Falcó

Viñeta: Falcó

El Hombre es la especie más insensata: venera a un Dios invisible y masacra una naturaleza visible, sin saber que esta naturaleza que él masacra es ese Dios invisible que él venera

Hubert Reeves

Volvamos en este punto de nuevo, y lo haremos tantas veces como haga falta según los nuevos argumentos que pongamos en el debate, al concepto de crisis civilizatoria. ¿Cuáles han sido los términos que se han manejado hasta ahora? Veamos: retrocedamos por ejemplo una década. Entonces se hablaba únicamente de crisis económica, y los economistas de izquierda nos explicaban muy bien lo sucedido (véase por ejemplo el texto "Hay Alternativas", todo un clásico, de Vicenç Navarro, Juan Torres y Alberto Garzón). Pero después comenzamos a distinguir nuevas facetas o dimensiones a esa crisis, que inicialmente era sólo económica, y entonces empezamos a hablar sobre crisis política, crisis social, crisis de régimen (de nuestro Régimen del 78), crisis alimentaria, crisis energética...Todas ellas eran ciertas, siguen siendo ciertas, y cada una se explica teniendo en cuenta sus propios puntos de vista, no excluyentes entre sí. Pero desde hace unos años, convergemos (debemos hacerlo) en el concepto global de Crisis Civilizatoria. Sigamos este artículo de Renán Vega Cantor, donde nos lo explica profundamente: "La noción de crisis civilizatoria es importante porque con ella se quiere enfatizar que estamos asistiendo al agotamiento de un modelo de organización económica, productiva y social, con sus respectivas expresiones en el ámbito ideológico, simbólico y cultural. Esta crisis señala las terribles consecuencias de la producción de mercancías, que se ha hecho universal en los últimos 25 años, con el objetivo de acumular ganancias para los capitalistas de todo el mundo y que sólo es posible con el gasto exacerbado de materiales y energía". Es decir, la crisis civilizatoria se da cuando ponemos en riesgo todos los modos en que una determinada civilización vive y se expresa: sus modos de producción, sus fuentes de energía, sus materiales, su cultura...Y eso es exactamente lo que está ocurriendo en estos albores del siglo XXI.

 

Entiéndase bien: no estamos queriendo negar el resto de crisis, que son ciertas todas ellas. Estamos diciendo que superpuesta a todas ellas (y curiosamente de la que se habla menos), tenemos la crisis más generalista que podemos sufrir, porque afecta a todos los elementos de nuestro mundo actual. Todos nuestros modos de vida se ven implicados. El mensaje es, pues, de rotunda emergencia civilizacional. ¿Y cuál es esa civilización que se acaba? Pues podemos denominarla de varias formas, pero quizá la forma más correcta sea la de Civilización Industrial Capitalista. Antes de ella las sociedades humanas se organizaban y funcionaban de otros modos, existían otras fuentes de producción, sus materiales eran rudimentarios, el consumo respondía a otros valores culturales, la filosofía de vida era distinta, sus fuentes de energía eran muy limitadas, etc. Y luego se produjo la transición hacia nuestra actual civilización. La civilización industrial consolidada durante los dos últimos siglos, un breve lapso de toda la historia de la humanidad, se ha sustentado en la extracción intensiva de combustibles fósiles (carbón, gas, y de manera primordial, petróleo). Las transformaciones tecnológicas que se han dado durante estos dos últimos siglos han sido posibles gracias también al uso de estos combustibles, a los cuales están asociados inventos como la máquina de vapor, el ferrocarril, el avión, el televisor, el tanque de guerra, el automóvil, el ordenador, el teléfono móvil, y cualquier otro instrumento tecnológico que se nos ocurra. El uso de dichos combustibles ha permitido al capitalismo extenderse por todo el mundo (hoy hablamos de "globalización"), ya que los medios de transporte han aumentado su velocidad, tamaño y alcance, con lo cual la producción de mercancías ha rebasado el ámbito local y se ha desplegado por todo el mundo. Las distancias geográficas que antes eran muy largas se han hecho cortas, y con ellas las posibilidades de interacción humana entre diversas culturas. Ello ha permitido también una rápida urbanización, un éxodo de gran cantidad de población del campo a las ciudades, hasta el punto de que hoy por primera vez habita en las ciudades un poco más del 50% de la población mundial, una tendencia que continúa creciendo, y que provoca el abandono de los lugares rurales. 

 

Pero el capitalismo nos trae también las desigualdades, así que podemos contemplar cómo en esas ciudades existe una minoría opulenta que disfruta de lujosos bienes, junto a una mayoría que vive en la más espantosa pobreza, sin tener acceso a los servicios públicos fundamentales, apiñados en guetos y sin contar con lo básico para poder vivir de una forma digna. Pero esta expansión mundial del capitalismo no habría sido posible sin el petróleo, cuyo despegue podemos situarlo durante la década de 1930, ya que la producción de China o India, que vincula a millones de personas al mercado capitalista como productores (en gigantescas fábricas del neoesclavismo laboral) y consumidores (vía uso de ropa de moda, automóviles o teléfonos móviles, por ejemplo), se ha logrado con la reproducción de la lógica depredadora del capitalismo y el uso a gran escala de los combustibles fósiles. Pero el petróleo tiene un problema fundamental, y es que es un recurso no renovable, y en estos momentos nos encontramos en un punto de inflexión, cuando ha comenzado su agotamiento irreversible. Y este petróleo resulta esencial para mantener el modelo capitalista, pues no sólo se necesita para garantizar que se incremente la producción de cualquier tipo de mercancía que se consume a gran escala en cualquier punto del planeta, sino también para permitir la construcción de infraestructuras que posibiliten el transporte de esas mercancías, hasta sus ciudades de destino, mediante carreteras, puertos, oleoductos, aeropuertos, etc. Dado el aumento de la población mundial vinculada al mercado capitalista, y del consumo que de éste se deriva, no hay duda de que nos encontramos en el cénit no solamente de la producción de petróleo y de carbón, sino también de los principales recursos minerales que posibilitan el funcionamiento de nuestra civilización industrial. La mayoría de los ingenieros consideran que el eclipse del petróleo se consumará en las próximas dos décadas, lo cual implica que tenemos que abordar ya un cambio radical en la forma de vida que conocemos, incluyendo una reducción del tamaño de las ciudades, una desaparición de los grandes sistemas de transporte existentes, y unos modos de vida más frugales, locales y simples. 

 

Según Richard Duncan, uno de los mayores expertos mundiales, la época del petróleo puede considerarse como una fiesta de corta duración que va a durar sólo un siglo aproximadamente, al cabo de la cual finalizará el derroche energético emprendido por el capitalismo, situación a la que se llegará en escasamente dos décadas, cuando arribemos a otra era, en la cual ya no habrá petróleo, y por tanto no podrán mantenerse las estructuras productivas y consumistas de nuestra civilización. Pero nos asalta una pregunta fundamental...Si esta información también la poseen las élites mundiales...¿Qué panorama se nos avecina? Es lógico pensar que en estas condiciones, cuanto más aumente la producción y el consumo de energías fósiles, el petróleo se acabará incluso más rápido de lo previsto, y tal carencia provocará el regreso brusco a las crisis precapitalistas de subproducción por la imposibilidad de mantener los frenéticos ritmos de despilfarro de petróleo en el mundo actual, como una expresión de la decadencia y del parasitismo de nuestro modelo de sociedad. Por supuesto, todo ello también acarreará el aumento de guerras y conflictos armados, debidos a la lucha por el control de los últimos reductos de hidrocarburos, como ya se aprecia con los diversos conflictos que asolan a los territorios que tienen la desgracia de poseer petróleo (Irak), que están cerca de las fuentes de petróleo o de gas (Afganistán), o se ubican en lugares estratégicos de la circulación mundial de mercancías (Ucrania, Somalia o el cuerno de África). Pero esta reducción acelerada no es solo del petróleo, puesto que los más recientes estudios indican que el carbón (del que hasta hace poco se anunciaba que iba a durar por varios siglos) también se acerca a su pico máximo, al cual se llegará también en las próximas dos décadas. Lo mismo acontece con otros minerales estratégicos (imprescindibles para la fabricación de determinadas tecnologías), cuyo agotamiento también está más o menos próximo: uranio, 40 años; antinomio y plata, entre 15 y 20 años; tantalio y zinc entre 20 y 30 años; indio entre 5 y 10 años; platino, 15 años; hafnio, menos de 10 años, etc. Lo verdaderamente crítico radica en que el pico del petróleo es un punto de inflexión histórico, cuyo impacto mundial sobrepasará todo cuanto se ha visto hasta ahora, y tendrá consecuencias en la vida de la mayoría de las personas que habitamos este planeta.

 

Otra vertiente de la crisis civilizatoria es la alimentaria. El capitalismo es una fábrica simultánea de riqueza y de miseria, productor constante de injusticia y desigualdad, en razón de lo cual la polarización de clase es una de sus características intrínsecas. Esto se manifiesta en las más diversas facetas de la vida social, como sucede con la producción de alimentos. Que el capitalismo produzca hambre no es nuevo (de ahí la hipocresía de las grandes campañas mundiales, incluidos los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la propia ONU), puesto que su expansión mundial ha generado, de manera invariable, hambre a gran escala, como resultado de la destrucción de las economías locales, sometidas a nuevas exigencias para que se adapten a los requerimientos del mercado mundial, y a las "reglas del comercio", controladas por las élites y sus organizaciones anexas. En la práctica, la globalización capitalista ha dado origen a una realidad profundamente injusta en términos alimentarios, porque al mismo tiempo unos pocos consumen hasta el hartazgo (lo que provoca fenómenos como los índices mundiales de obesidad en los países más desarrollados), mientras que en todos los continentes millones de seres humanos soportan la desnutrición o mueren de hambre. O también: mientras la comida basura se extiende por el mundo, millones de toneladas de alimentos se desperdician diariamente. Esta atroz realidad es, por desgracia, cotidiana. Pero todo ello se explica por la misma causa: el hambre y la desnutrición actuales son un resultado directo de la destrucción de las economías campesinas por parte de las grandes empresas agroindustriales, que monopolizan las mejores tierras, imponen costosos paquetes tecnológicos y controlan la producción de alimentos, semillas y materias primas de origen agrícola. Todo ello ha venido acompañado del despojo y expulsión de los campesinos e indígenas de sus territorios ancestrales por poderosas compañías transnacionales (con la colaboración de empresarios locales), con lo que la producción agrícola y pecuaria es dominada por unos pocos países, unas cuantas empresas y algunos terratenientes, habiéndose liquidado la soberanía alimentaria de multitud de territorios antaño autosuficientes, en los cuales se siembran productos comerciales en sustitución de alimentos esenciales. Continuaremos en siguientes entregas.

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11 enero 2019 5 11 /01 /enero /2019 00:00
Viñeta: https://www.youtube.com/

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Podemos subrayar que la RB se convierte ella misma en un pilar del nuevo sistema de bienestar para este nuevo milenio, nuevo en el sentido de que las prestaciones pasan a basarse en el concepto de ciudadano y no en la condición de trabajadores de la población. Consideramos que este nuevo derecho ciudadano a una renta básica contiene las virtudes y las características suficientes que lo hacen idóneo para establecer los fundamentos de un nuevo modelo de bienestar social público para el siglo XXI

José Iglesias Fernández

Mis lectores y lectoras convendrán conmigo, a estas alturas de lo que llevamos expuesto sobre la Renta Básica Universal, que incluso más que estar a favor o en contra de la medida con criterios fundamentados, lo que existe en la opinión pública es un nivel muy generalizado de desconocimiento sobre lo que de verdad implica esta medida, así como sus posibilidades reales de implementación. Cada vez se habla más de ella, pero las ideas no se transmiten claramente, o quizá no se entienden bien. Debemos hacer una campaña a favor de la correcta comprensión de la medida, explicando sus fundamentos, y echando abajo todas las falacias que la derecha suele verter sobre ella. Las personas y los tertulianos al uso de todos los programas opinan de la medida sin tener todos los datos y los conocimientos sobre ella, y de esta forma, lo único que se consigue es aumentar el grado de confusión. Pero incluso muchos pensadores, autores, activistas, economistas y políticos de izquierda, también vierten (equivocadamente) algunos criterios sobre la RBU que no se ajustan a la realidad, y a ellos/as no se les puede achacar desconocimiento, sino más bien quizá una serie de prejuicios ideológicos que impiden ver la foto correcta y al completo de la RBU. La mayoría de ellos insisten en defender el trabajo a ultranza (en su modalidad de los Planes de Trabajo Garantizado, que ya hemos comentado aquí), pero se niegan a ver las imponentes ventajas de la Renta Básica, que también hemos comentado en entregas anteriores. Quizá sea esa fe ciega en el Dios Trabajo que también expusimos antes de entrar en el asunto de la RBU, la que mueve a estos autores a demonizar la Renta Básica, pero abrazar cualquier medida que santifique el trabajo humano.

 

Y es que la idea de la Renta Básica Universal se apoya filosóficamente en el republicanismo histórico, para quien nadie puede ser libre si no tiene su existencia material garantizada. Lo que la RBU en esta dimensión aportaría sería precisamente esa libertad, que se resume en poder existir sin el permiso de otros. Porque la miseria, la pobreza y la exclusión social, digámoslo claramente, no es sólo la carencia y la privación material, sino también la dependencia (causada por éstas) sobre la voluntad y el arbitrio de terceras personas, que gobiernan nuestras vidas. Es un problema, por tanto y en el fondo, de libertad. Y en este sentido, dotaría de esa libertad a los colectivos más vulnerables socialmente, tales como los trabajadores precarios (cada vez más en nuestra sociedad), mujeres que no gozan de independencia económica de sus parejas, jóvenes con pocos recursos, y personas pobres en general. Hemos de insistir también en que la RBU (en su propuesta de izquierdas, que es la que aquí defendemos) no vendría a sustituir a ningún otro mecanismo de integración, igualdad, solidaridad, protección o bienestar (nos estamos refiriendo a los clásicos pilares del Estado de Bienestar), porque también es otra falacia que se vierte. Los que lo hacen pueden estar pensando en la variante de la RBU de derechas, pero esa no es la que nos interesa. La prueba infalible para saber si la propuesta que cualquier autor/a defiende o critica sobre la RBU es de izquierdas o de derechas, es fijarse en dos aspectos fundamentales: el sistema de financiación propuesto, y las medidas económicas de acompañamiento. Aquí ya hemos explicado cuáles son los que proponemos nosotros, así que cualquier otro documento o artículo que llegue a mis lectores/as y que plantee otras formas de financiación, y/u otras medidas de acompañamiento, no es la RBU que estamos proponiendo. Y todo ello suele hacerse, o bien por desconocimiento, o bien por introducir aún más grado de confusión, con objeto de desprestigiar la medida, o indicar su imposibilidad práctica.

 

Seamos, pues, claros también en este aspecto: los defensores de derecha de la RBU (que los hay) proponen desmantelar el Estado del Bienestar (educación, sanidad, vivienda, servicios sociales, etc.) "a cambio" de la RBU, persiguiendo sus ya clásicos objetivos de adelgazamiento del Estado, privatización de los servicios públicos, y mercantilización de todos los derechos humanos. Su modelo de Renta Básica les da alas en este sentido, pues legitima su fundamento y su objetivo principal, digamos que les ayuda a conseguirlo. Por el contrario, los defensores de la RBU desde la izquierda transformadora perseguimos una redistribución más justa de la riqueza, y el mantenimiento, e incluso el fortalecimiento, de las prestaciones del Estado del Bienestar. Concretando en esta línea, nuestro modelo de RBU propone asegurar a toda persona el derecho a vivir dignamente, financiando el sistema mediante un sistema fiscal progresivo y de forma compatible (no sustitutorio) a las demás prestaciones universales del Estado de Bienestar. De hecho, y para eliminar dudas al respecto, Daniel Raventós y Luis Alonso Echevarría, en este artículo para la revista Sin Permiso, informan de lo siguiente: "En el último Congreso de la Basic Income Earth Network (BIEN), celebrado en Seúl en julio de 2016, dicha organización, que agrupa a estudiosos y activistas de muy diverso signo ideológico, decidía por mayoría añadir a la definición tradicional de la Renta Básica recogida en sus estatutos (un ingreso universal, individual e incondicional), el siguiente redactado: "[...], y suficientemente alto como para que, en combinación con otros servicios sociales, constituya parte de una estrategia política para eliminar la pobreza material y para facilitar la participación social y política de cada individuo. Nos oponemos a la sustitución de servicios sociales o derechos [...]". Pensamos que queda claro, y que quien afirme otra cosa, es un ignorante en el tema o bien solo pretende introducir confusión.

 

Y la confusión o perversión argumental llega a tal extremo que además de las razones y motivos que durante las entregas anteriores ya hemos desmontado ("no se puede financiar", "no hay dinero", "entonces la gente no trabajaría", "no podemos dársela también a los ricos", y demás falacias), algunos autores intentan parangonar la RBU con otras medidas propuestas por otras fuerzas políticas, digamos, del arco ideológico de la derecha. Por ejemplo, Ciudadanos propuso en la campaña electoral de los últimos comicios nacionales un "Complemento Salarial" para los trabajadores que no llegaran a unos determinados ingresos mínimos. Es decir, era una propuesta donde el Estado complementaba el salario de los trabajadores hasta un nivel mínimamente digno. A todas luces puede comprobarse que esta es una medida completamente distinta a la RBU que aquí proponemos. Las diferencias son múltiples: la propuesta de la formación naranja vuelve a ser condicional, no elimina la dependencia del trabajo, libera a los empresarios para continuar proponiendo empleos indignos, y al ser condicionada, no conlleva ninguna de las ventajas que hemos enumerado para nuestra RBU. De nuevo, pretender comparar ambas cosas sólo es un ejercicio de supina ignorancia, de mala información o de mala fe. De hecho, en este ejemplo, el efecto de la RBU sería justamente el contrario a la propuesta de Ciudadanos, ya que forzaría al empleador a ofrecer mejores condiciones, al empoderar y emancipar al trabajador de tener que vender su fuerza de trabajo. También se enfrenta a veces la RBU con la medida de reparto del trabajo, que también es defendida por nosotros. De nuevo nos preguntamos...¿Es que acaso son medidas incompatibles? ¿No pueden implementarse ambas? ¿No pueden implementarse incluso las tres medidas a la vez: la RBU, el reparto del trabajo y los Planes de Trabajo Garantizado? Estamos convencidos de que es posible y deseable.

 

De hecho, muchas propuestas de implantación de la RBU se acompañan de medidas de reducción de la jornada laboral, para permitir un mayor reparto del trabajo entre todos los que deseen trabajar. Subyace una filosofía de desligarnos del modo de producción capitalista, que en su actual fase terminal, agónica y destructiva, obliga a que existan por ejemplo personas superempleadas (es decir, trabajando muchas horas a la semana, en uno o varios empleos), junto a personas inactivas. Esto no tiene ninguna razón de ser. Es un despropósito absoluto. Es más, la RBU por sí misma puede resultar un instrumento muy útil para conseguir la disminución de la jornada laboral y el reparto del trabajo remunerado, dado que, a través de la seguridad que confiere al trabajador o trabajadora, facilita la reducción de jornada, el inicio de proyectos cooperativos, el autoempleo, la dedicación temporal al estudio, a las aficiones, etc. Es muy simple de entender: toda medida que nos libere de la dependencia cruel y absoluta del trabajo será empleada precisamente en disminuir el culto al mismo, para dedicar nuestro tiempo a otras actividades, y también dar lugar a que otras personas que lo deseen puedan también trabajar. En el fondo, son medidas que estimulan el reparto, la solidaridad, la cooperación, la libertad, la emancipación, la liberación. El reparto del tiempo de trabajo se vería incentivado, proporcionando una forma flexible de compartir el empleo libremente. Es decir, permitiría liberarse de algunas horas de jornada para los que lo desearan, y para otros/as, aprovechar el trabajo así liberado. Por tanto, no son medidas antagónicas ni excluyentes, sino complementarias. Repartir el trabajo que existe se convierte hoy día en una imperiosa necesidad, pero en caso de no poder/querer hacerse, el suelo firme que proporciona la RBU emancipa y libera a los trabajadores/as que no puedan/quieran practicarla.  Por su parte, los PTG contribuyen a liberar al trabajo humano de las fuentes privadas capitalistas, asumiendo que en la comunidad determinada donde se implementen, seguro que existen miles de trabajos que hay que desarrollar para el bien de dicha comunidad, aunque no sean rentables económicamente: siempre lo serán socialmente. Continuaremos en siguientes entregas.

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10 enero 2019 4 10 /01 /enero /2019 00:00
¿Lo personal es también político?

Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia

Honoré de Balzac

O dicho de otro modo: ¿Pueden las actitudes personales influir en el ámbito político? ¿Son ámbitos interdependientes? Parece ser que normalmente solemos distinguir entre las acciones y comportamientos que tenemos en nuestro ámbito privado, íntimo y personal, de las actividades y comportamientos, digamos, públicos. Extrapolándolo al terreno de la política, continuamos haciendo esta distinción, sin percatarnos de que muchas veces ambas facetas van unidas, o al menos, se interrelacionan. Vamos a explicarnos mejor: muchas decisiones políticas a gran escala necesitan de un cambio mental y cultural en el conjunto de la ciudadanía, para poder asumirlas. Y viceversa, para alcanzar decisiones políticas de gran calado, es la ciudadanía la que tiene que apostar por ellas desde la base. Es decir, hay aspectos que tienen que desarrollarse tanto de abajo hacia arriba (es decir, desde los movimientos sociales y la acción individual o grupal de la ciudadanía) como de arriba hacia abajo (desde los más altos representantes políticos, económicos y sociales de nuestras Administraciones e instituciones y organismos).

 

Es decir, que no basta sólo con una vía. Ambas vías deben ser implementadas, porque ambas vías se retroalimentan. La historia nos muestra infinidad de ejemplos donde podemos demostrarlo. Cuanta más presión ejerza la ciudadanía, dichos valores y comportamientos llegarán a transformar las estructuras políticas y económicas a gran escala, y por otra parte, cuanto más convicción muestren nuestros líderes políticos de que hay que alcanzar ciertas decisiones y medidas, más convencida y asumido lo tendrá la ciudadanía. Piénsese por ejemplo en las leyes antitabaco. La transformación cultural y las acciones a proyectar requieren ir en ambas direcciones: porque nada podrá hacerse desde arriba sin una ciudadanía convencida (crearíamos estallidos sociales y revoluciones), ni tampoco desde abajo sin unos responsables políticos y económicos convencidos (porque sólo desde arriba a nivel político se podrá actuar contra ciertos modelos). Pues bien, una vez explicado (o al menos intentado) lo que queremos decir, vamos a poner como ejemplo tres comportamientos, decisiones, o modos de actuar, a nivel personal, que empujan en las altas esferas, es decir, en el mundo político.

 

1.- El Veganismo. El veganismo es una opción personal que consiste en no ingerir ningún alimento que provenga de la explotación animal, ni de sus derivados. En el fondo, se practica porque estamos convencidos de que el ser humano no debería someter a los animales al sufrimiento, la crueldad y la explotación industrial masiva que supone elaborar productos de consumo humano a partir de la carne del animal, o de sus productos derivados. Pero conseguirlo a nivel político, además de disponer de líderes y representantes que lo asuman en sus postulados y programas electorales, requiere alterar profundamente las reglas y las estructuras de los mercados económicos mundiales, ya que es un proceso mundialmente extendido. Pero por otra parte, tenemos claro que cuantas más personas se hagan veganas, y renuncien a una alimentación basada en productos procedentes de animales, las industrias correspondientes se resentirán, comenzarán a decaer, perderán cuota de mercado, y tendrán que reciclarse, adaptarse o modificarse para abandonar sus modelos actuales, y por tanto, habremos conseguido nuestro objetivo: Lo personal es político.

 

2.- El Decrecimiento. El cambio climático y el agotamiento de nuestros combustibles fósiles causarán más temprano que tarde un colapso civilizatorio (entiéndase como un descenso brusco y radical de la complejidad de nuestros sistemas de producción y consumo). Es un hecho científico innegable, a pesar de que exista propaganda interesada (de las grandes empresas) en mantener lo contrario. Pues bien, ante ello, podemos y debemos extender líneas políticas de actuación que vayan acomodando poco a poco nuestros modos de producir y consumir hacia un volumen y ritmo mucho más pausado, es decir, hemos de hacer justo lo contrario a lo que ahora hacemos: si venimos apostando por el crecimiento económico, debemos apostar por el decrecimiento. Pero ello, por mucho que la política haga su trabajo, afecta a nuestros más íntimos modos de vivir, luego practicar y poner en marcha paulatina ese decrecimiento es algo que podríamos ya efectuar en nuestra vida cotidiana: abandonar los automóviles, comprar en comercios locales, contribuir al autoconsumo energético, regresar al campo…Lo personal es político.

 

3.- La Igualdad de Género. Efectivamente, será un gran logro político el día que podamos alcanzar y mantener la igualdad real entre los hombres y las mujeres de nuestra sociedad en todos los ámbitos. La política está haciendo su trabajo (aún debería hacer muchísimo más, y se lo reclamamos a nuestros representantes), pero al nivel personal, íntimo y familiar, social y laboral, también podemos y debemos contribuir: manifestarnos públicamente cuando haya convocatorias, ejercer la conciliación laboral cuando nos toque, repartirnos por igual los permisos de maternidad y paternidad, no consumir pornografía ni prostitución, protestar si nos enteramos de que existen compañeras que cobran menos que nosotros (hombres) en nuestra empresa, apoyar a mujeres para que asciendan en puestos laborales, renunciar a tener un hijo mediante vientres de alquiler (en nuestro país no está regulado, pero sí en otros muchos), eliminar nuestro lenguaje sexista, denunciar cuando conozcamos algún caso de violencia de género cercano…Lo personal es político.

 

En fin, existen muchos más ejemplos que podríamos poner. Lo dejamos aquí, para no cansar mucho a nuestros lectores y lectoras, pero estamos seguros de que ellos y ellas serán capaces de imaginar muchos otros. Al final, el mensaje se nos ofrece claro y cristalino: el ámbito privado y personal, en más casos de los que pensamos, empuja al político, y por tanto, cambiar el mundo hacia otro mundo más justo, también depende de nosotros, de lo que hacemos cada día, en cada momento, a cada paso de nuestra vida: Lo personal es político. ¡Feliz 2019, en lo personal y en lo político!

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9 enero 2019 3 09 /01 /enero /2019 00:00
Viñeta: Tomas

Viñeta: Tomas

Más de 15.000 hondureños junto a 5.000 salvadoreños han decidido recorrer a pie 2.000 kilómetros para huir del terror cotidiano, procurar un trabajo digno, una educación para sus hijos y escapar del zumbido de las balas. El sistema político de Centroamérica ha sido moldeado por el intervencionismo de las embajadas norteamericanas, el Comando Sur y la agencias de inteligencia con sede en Langley, Virginia. El éxodo hacia el norte, organizado en Tegucigalpa mediante mensajes de WhatsApp, fue resuelto en forma mancomunada con el objetivo de lograr una protección colectiva ante los peligros que viven habitualmente quienes realizan el periplo migrante en soledad. Mujeres responsables de hogar, integrantes de colectivos LGTBI y niños sin adultos a cargo son parte de esa columna que expresa con exactitud el grado de deterioro de un sistema que se ha mostrado como incapaz para gestionar la supervivencia de millones de ciudadanos. Los desplazados son la muestra cabal de un fracaso político institucionalizado

Jorge Elbaum

Nos recuerda Patricia Simón en este magazine para el medio La Marea que vamos a tomar como referencia a continuación, que el 1 de noviembre de 2018 se cumplieron 30 años desde que apareciese el primer migrante muerto en las playas andaluzas, resultado del primer naufragio de una patera del que tenemos constancia, en el que murieron 18 personas. ¿Ha cambiado en algo el recibimiento de estas personas, cuando llegan a nuestras costas? Pues veamos: existe algo más de coordinación, de automatización en los procesos, pero la verdad es que seguimos siendo incapaces de recibir a estas personas como a seres humanos. Y creemos que esto es así en todas partes del mundo. En la frontera con Estados Unidos ya hemos descrito lo que ocurre, y lo tenemos también de plena actualidad. La desesperación de estas personas, que llegan exhaustos después de recorrer miles de kilómetros, es manifiesta. Pero ante ello, la indiferencia de la Administración norteamericana es pasmosa y desesperante. Algunos/as tardarán días en poder ser atendidos, otros quizá meses. Pero aún es más dramática la estampa de los que llegan a nuestras costas: después de horas y horas a la deriva en el mar, en una embarcación inestable, empapados, descalzos y ateridos de frío, sólo traen una manta (y eso en caso de que hayan sido previamente atendidos por algún buque de Salvamento Marítimo). Primero bajan los niños, las niñas y las mujeres. Después los hombres. Les colocan en fila. Bajo esta estampa uniforme, borrada su identidad individual, sólo la contemplación de sus gestos es harto elocuente del interior de su mundo. Un mundo sórdido, ávido de llegar a un puerto donde puedan ser recogidos, donde finalice su terrorífica travesía, mucho peor que cualquier pesadilla que podamos tener. 

 

Es muy frecuente que muchas de las mujeres que llegan en estas embarcaciones terminen prostituidas por redes de trata o explotadas, como también muchos de los hombres, mediante su trabajo en las tareas más precarias y desprestigiadas de nuestra economía, como la agricultura o el trabajo doméstico. Algunos repartirán panfletos por las calles, otros se sumarán a la venta ambulante, casi ninguno podrá realizar su sueño, pero al menos, llegan a una sociedad que podrá darles una salida que no tenían en sus países de origen. Patricia Simón relata: "Los guardias civiles les escoltan en una especie de marcha marcial hasta unas mesas de playa, donde miembros de la Cruz Roja les toman la temperatura, les preguntan sus nombres, edad, si tienen alguna enfermedad, sus tallas de calzado. De pie, a las espaldas de los trabajadores humanitarios, policías procedentes de varios países europeos que trabajan para el Frontex, la agencia europea de control de fronteras, toman nota de las respuestas que dan a la Cruz Roja, una clara violación del derecho internacional de los derechos humanos que obliga a las ONG a amparar la privacidad de estas personas, además de que podría suponer una coacción hacia su libertad de expresión, como explica el jurista David Bondía, profesor de Derecho Internacional Público de la Universidad de Barcelona y Presidente del Instituto de Derechos Humanos de Cataluña". En efecto, los protocolos implementados no son respetuosos con los derechos humanos. Les falta humanidad, cercanía, calidez, respeto, protección. Hay premura, diligencia, mecanización de la recepción, pero tratamiento deshumanizado. Hay que tener en cuenta que la mayoría de estas personas vienen de superar meses o años de agresiones, explotación, violaciones, ansias de poder alcanzar un proyecto de vida digno. No vendrían mal algunas palabras o frases de apoyo, de empatía, de comprensión. Y aquí, aún les quedarán por delante años de clandestinidad y para muchos, en el peor de los casos, la deportación. 

 

Prosigamos: les entregan una bolsa con un chándal y unas zapatillas. Les dicen que se sienten en el único sitio disponible: el sucio suelo del pantalán, cubierto de charcos. El edificio en el que, supuestamente, deberían poder quitarse sus ropas empapadas, ir al baño, ser registrados por la policía y pasar la noche, está lleno de los otros migrantes, que pueden haber llegado hace una hora, 7 horas o el día anterior. No saben dónde van a ser trasladados, ni nadie les explica dónde están, o qué va a pasar con ellos. Cuando no conocen nada de nuestro idioma llaman a algún traductor o traductora. Muchos niños/as pueden estar en un verdadero shock. Todos estos son signos del racismo y la aporofobia que nuestra sociedad desprende. Imaginemos que nos recibieran así al bajarnos de cualquier avión, en cualquier aeropuerto del mundo. ¿Cómo nos sentiríamos? Y al menos, nosotros no vendríamos de hacer una travesía terrible, como vienen ellos y ellas. No es culpa de los voluntarios/as. Ellos y ellas los reciben lo mejor que pueden, son los protocolos, las normas y las leyes de extranjería, así como la pésima voluntad de nuestros gobernantes en mejorarlos. Patricia Simón concluye: "Se trata de todo un sistema, en este caso el protocolo de recepción, que está diseñado para despojar a estas personas de su dimensión humana, y convertirlos en sacos de carne, en números que contabilizar, cribar, identificar, trasladar, encerrar". Es todo muy frío, muy distante, demasiado automático. Poniéndonos en su piel, seguro que agradecerían un trato más cercano y humano por nuestra parte. En este sentido, la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA), reconocida en toda España por la excelencia jurídica de sus informes anuales sobre esta frontera sur europea, lleva desde el año 2000 exigiendo que el Estado cumpla con su obligación y se haga cargo de la recepción de las personas rescatadas, y no una entidad no gubernamental como Cruz Roja, con lo que pareciera que se trata de una cuestión de caridad. Digámoslo alto y claro: ¡No es caridad, son derechos humanos! Es el cumplimiento de los tratados y normativas internacionales. Además, exigen que se diseñe de una vez por todas un verdadero sistema de acogida, en lugar del protocolo de detención, expulsión y derivación vigente en la actualidad.

 

Un 90% de los que llegan en estas embarcaciones sólo permanece un tiempo en nuestro país, luego continúan su periplo a Francia, o a otros países del norte de Europa. Casi nadie se queda, a no ser que tenga algún familiar o un conocido aquí. Muchas de las mujeres terminarán siendo pasto de las redes de trata, en prostíbulos. Las redes son muy potentes, y ejercen sobre estas personas una gran influencia y temor. Suelen amenazarles con represalias hacia sus familiares que han dejado en sus países de origen (hijos, hermanos, padres...). Pero Patricia Simón nos aclara: "Las redes tampoco son un fenómeno natural: son el resultado de esa Europa Fortaleza que no les permite viajar de manera normalizada a estas mujeres que no se resignan a repetir las vidas paupérrimas y sin horizonte de mejora de sus padres y madres". En efecto, la desidia y la injusticia de los gobiernos es la que fomenta la aparición de estas redes criminales, verdaderas mafias que se alimentan de la desesperación humana, y que los utilizan en su provecho en sucios y oscuros negocios. En fin, esto es todo lo que tiene que ofrecerles nuestro país (y otros países aún lo hacen peor que el nuestro) en sus primeras horas en tierra firme a hombres, mujeres y menores que no solo acaban de vivir una de las experiencias más aterradoras para cualquier ser humano, sino para los que esta situación traumática es sólo la última de una sucesión de ignominias. Preguntémonos ahora...¿Si fuesen ricos, sería ésta su llegada? ¿Los recibiríamos así? Si fuesen europeos, o si fuesen blancos...¿No se pondrían inmediatamente a su disposición psicólogos y estancias adecuadas? ¿No se levantaría un amplio dispositivo para ofrecerle todas las garantías a estas personas?  ¿Acaso ser víctimas de un éxodo causado por el expolio, la desigualdad, el cambio climático o las guerras les hace menos dignos que si lo fuesen de un tsunami u otra catástrofe natural? Y por último...¿Que este éxodo siga recibiendo casi la misma desatención desde hace más de 30 años no hace más grave e injustificable aún este maltrato institucional?

 

Dejamos estas reflexiones y sus respuestas a nuestros lectores y lectoras. Después de este "caluroso" recibimiento que hemos contado, muchos de ellos son conducidos a los Centros de primera asistencia y detención de extranjeros. El Defensor del Pueblo ya exigió la clausura de estas instalaciones en febrero de 2018 (el de Motril concretamente), vetadas para los periodistas. Existe un plazo de 72 horas después de haber sobrevivido al viaje en patera, durante el cual estas personas pueden ser encarcelados en celdas donde las camas son insuficientes, por lo que muchos hombres tienen que dormir en el suelo, sobre colchonetas y cartones. Durante todo ese tiempo no tienen derecho a ducharse, salvo que presenten heridas. Las mujeres y los niños/as sí pueden trasladarse al edificio de Cruz Roja para poder asearse. La iluminación es artificial. En invierno, la falta de calefacción agrava aún más las condiciones de estos edificios situados a pie de mar, y consecuentemente, con un alto grado de humedad. Tampoco se les informa sobre su derecho a solicitar asilo o protección internacional. Los magrebíes, además de todo esto, son objeto de un trato especial(mente malo). Debido a un acuerdo bilateral de nuestro país con Marruecos, los procedentes de este país son trasladados a la Comisaría más cercana, porque son rápidamente deportables. Los argelinos suelen tener reservado el mismo destino, pero tras pasar por algún Centro de Internamiento de Extranjeros (los famosos CIE, de los que hablaremos largo y tendido en su momento). En estos centros, estas personas conducidas allí, que no han cometido delito alguno, son recluidas en peores condiciones que si estuviesen en cárceles, según reconocidos jueces y diversas ONG's. Podrán pasar hasta 60 días en estos centros antes de ser enviados de nuevo a su país. El gesto de estas personas lo dice todo. El lenguaje gestual es universal, y por medio de él expresamos más y mejor que de ninguna otra manera el gozo, el odio, la alegría, el espanto o el miedo. La expresión de sus rostros es muy significativa. Sus miradas, clavadas en el suelo, como esforzándose por mostrar un total estado de sumisión, como una clara estrategia de defensa, de autoprotección. Llevan en sus cuerpos meses o años de violencia previa y agresiones a lo largo de su penoso éxodo por distintos países africanos. Pero la tenacidad para cumplir sus sueños es verdaderamente encomiable. Continuaremos en siguientes entregas.

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8 enero 2019 2 08 /01 /enero /2019 00:00
Viñeta: Gerardo Tecé

Viñeta: Gerardo Tecé

Para el líder del PP los “constitucionalistas” son ellos, Ciudadanos y aquellos que abogan por marginar y/o perseguir a negros, moros, maricones, bolleras, rojos, catalanes, vascos, autonomistas y a esa subespecie humana llamada “mujeres”. Esos son los buenos, según Casado, mientras que el resto de partidos democráticos son… ETA

Carlos Hernández

Ahora se comprende que era una muleta, un significante hueco, vacío. Ese vocablo, usado y puesto en circulación por Albert Rivera, que luego se ha extendido rápidamente, encierra muchas trampas, mentiras y contradicciones. El líder de Ciudadanos se apropió de él queriendo darle un sentido de “partidos políticos que apoyan y respetan la Constitución”, frente a los independentistas, que según ellos, quieren “romper España”, que no respetan las reglas y desprecian las leyes. Pero como rápidamente se puede observar, sin demasiado esfuerzo, detrás de esa fachada “respetuosa de las leyes” se encuentran personajes de dudosa catadura democrática. Enseguida se lo apropió también el PP, que también se autodesigna “constitucionalista”, aunque haya destruido, durante su pasada legislatura, gran parte de los pilares de los derechos humanos que la Constitución garantiza. Esos “constitucionalistas” son los mismos que han recortado derechos y libertades, que han privatizado empresas y organismos públicos, y que han precarizado el mercado laboral hasta el límite más miserable, entre otras fechorías.

 

Son los mismos “constitucionalistas” que aseguraban “nunca pactaremos con los populismos”, o que “debe gobernar la lista más votada”, entre otros mantras absurdos e indecentes que vertían a la opinión pública a través de sus poderosos medios de comunicación. Ahora tenemos también una peligrosa escisión del PP llamada Vox, de extremísima derecha, que según ellos también es “constitucionalista”, aunque quiera cargarse el Estado de las Autonomías, entre otras barbaridades irrespetuosas con la Constitución. Quizá en lo único en que estamos de acuerdo con Vox es que la formación naranja es una veleta, porque nos faltarían dedos de las manos para contabilizar los cambios de opinión y los virajes ideológicos que ha experimentado desde que se dieron a conocer. La última incongruencia de Ciudadanos ha sido pactar en Andalucía (de forma encubierta, es decir, a través del PP) con Vox, después de haber criticado tanto a Salvini en Italia, a Le Pen en Francia, o a Trump en USA por “populistas”. Las mentiras de estos “constitucionalistas” ya no cuelan. La hemeroteca hizo coincidir en una entrevista en Intereconomía a Santiago Abascal y a Albert Rivera, y estuvieron “encantados de conocerse” programáticamente hablando.

 

En Andalucía está quedando claro cuáles son las implicaciones reales del término “constitucionalista”, tal como ellos lo entienden. Antes el PSOE formaba parte de ese grupo (sobre todo por haberse unido a PP y C’s en la aplicación del 155 a Cataluña), pero ahora, como lo que quieren es desalojar al PSOE del gobierno andaluz, lo han echado literalmente de ese selecto grupo. Es decir, que para ellos el PSOE ha dejado de ser un partido “constitucionalista”. No se puede ser más cínico, más hipócrita y más falso. Como resume Raúl Solís en este artículo para el medio La Voz del Sur:El hombre que empezó siendo socialdemócrata, luego liberal, más tarde neoliberal y que ahora ha terminado pactando con la extrema derecha en Andalucía, lleva varios días intentando situar a Podemos en el mismo lado que a Vox y dando carnets de constitucionalistas y europeístas”. Nuestros políticos “constitucionalistas” son maestros de la hipocresía y del cinismo más descarnado.

 

En realidad, lo que se esconde detrás del vocablo “constitucionalista” en el sentido en que lo usan Albert Rivera y Pablo Casado, no es más que la derecha recalcitrante, intolerante y antidemocrática, antisocial y tardofranquista, que llega hasta nuestros días disfrazada. Los de Vox, en cambio, no se disfrazan (por eso para ellos el PP es esa “derecha cobarde”), ellos van a la yugular directamente, te lo dicen en la cara, te lo sueltan sin más miramientos, adornos o florituras: están a favor de los toros, de la caza, del nacionalcatolicismo, del racismo, de las guerras, del capitalismo, del patriarcado, del centralismo y de la “ley y el orden”. Y están en contra de los migrantes, del feminismo, del ecologismo, de la sostenibilidad, de la igualdad, del pacifismo y de todo lo que huela a progreso y avance social. Cada día se entiende mejor en toda su dimensión la famosa frase de Rosa Luxemburgo: “¡Socialismo o barbarie!”. Estos “constitucionalistas” son barbarie.

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7 enero 2019 1 07 /01 /enero /2019 00:00
Viñeta: Vasco Gargalo

Viñeta: Vasco Gargalo

No hay un mundo desarrollado y un mundo subdesarrollado sino un sólo mundo mal desarrollado

Centro Europa-Tercer Mundo (CETIM)

En efecto, como nos dicen desde el CETIM, sólo un planeta desequilibrado y mal desarrollado puede llevarnos hasta el abismo que estamos intentando describir en esta serie de artículos, y la perentoria necesidad de adaptarse a él. A ver si, como algunos autores optimistas opinan, estas transformaciones decrecentistas, que se imponen durante los próximos años, lustros y décadas, son aprovechadas de forma satisfactoria para conseguir, entonces sí, un planeta bien desarrollado. Pues bien, continuando en esta línea de exponer a grosso modo los fundamentos del decrecimiento, vamos a traer a colación un artículo de Julio García Camarero publicado en el portal decrecimiento.info, que el autor tituló "Manifiesto de la transición hacia el decrecimiento feliz", toda una loa a las buenas intenciones por su parte. Hay que abandonar la idea asociada del "progreso" al modelo que nos ha traído hasta aquí, que podríamos resumir como crecentista-productivista-consumista, y entender el progreso humano y civilizatorio como la mejor adaptación posible a los cambios forzados que el modelo anterior nos ha obligado a llevar a cabo. García Camarero propone los siguientes 20 puntos como decálogo de transición hacia el decrecimiento feliz:

 

1.- Desde lo material y crematístico a lo humano

2.- Desde el consumismo al consumo responsable

3.- Desde la innovación para fines cortoplacistas (como la obsolescencia programada) a las cuatro erres (reducir, reutilizar, reciclar y restaurar ecosistemas en degradación)

4.- Desde el productivismo global a la producción local

5.- Desde el antropocentrismo exclusivo al ecocentrismo en el que se incluya lo humano como parte de la biosfera

6.- Desde la competitividad a la cooperación

7.- Desde el individualismo autista al apoyo mutuo

8.- Desde el egoísmo monetarista a los bienes relacionales

9.- Desde el estado de bien estar al Buen Vivir

10.- Desde la mega-ciudad parásita a la agroecología

11.- Desde el monopolio al polipolio

12.- Desde el monocultivo al policultivo

13.- Desde el pensamiento único a la diversidad cultural, lingüística, y a la biodiversidad

14.- Desde la nefasta revolución verde, la biopiratería y el dumping a la soberanía alimentaria

15.- Desde el extractivismo rapaz, usurpador y cleptómano al cuidado y respeto de la Pacha Mama (la Madre Tierra)

16.- Desde el despilfarro esquilmador a la sencillez voluntaria

17.- Desde la manía de la hegemonía a la convivencia biosférica

18.- Desde el machismo patriarcal a una sociedad donde la relación hombre/mujer sea totalmente horizontal

19.- Desde la meditación divina a la reflexión humana y naturista

20.- Desde las guerras militares y económicas a la paz entre todas las personas y animales

 

En efecto, pensamos que García Camarero recoge de forma resumida buena parte de las transiciones de todo tipo (políticas, económicas, sociales, culturales, etc.) que es preciso hacer para conseguir alcanzar un nuevo modelo de sociedad más en armonía con las personas, los animales y la naturaleza, para un mundo más habitable, para conseguir "vidas que merezcan la pena ser vividas" (en expresión de Amaia Pérez Orozco). El crecimiento económico y todo lo que conlleva, por tanto, debe ser abandonado. Lógicamente esto no puede hacerse de un día para otro, requiere su ciclo adaptativo, y su evolución hacia una nueva ética ambiental y de la propia naturaleza. El decrecimiento es una política, pero también una filosofía de vida. Mientras tendemos hacia él, está claro que otras transformaciones deben ir siendo efectuadas. Por ejemplo, lo relativo a los indicadores. Parece claro que los indicadores que miden la "salud crecentista" de una economía capitalista no pueden ser los mismos que los de una sociedad en decrecimiento. Típicamente los economistas se basan en el PIB como medida del crecimiento, pero este indicador está muy sesgado. Veamos algunas limitaciones: el PIB no toma en cuenta la distribución de ingresos de la sociedad (luego tampoco la desigualdad), el PIB no mide la redistribución de esa riqueza generada, y también ignora qué ocurre con la calidad de vida de la población. Por ejemplo, las condiciones de salud y educación. Existen otros indicadores más apropiados, como el Indice de Desarrollo Humano (IDH) del PNUD. El PIB tampoco nos dice nada sobre la esperanza de vida, los niveles educativos, la seguridad, la igualdad de género, la situación del medio ambiente, la justicia social, los niveles de descanso u ocio, o el grado de felicidad de las personas. El PIB omite el bienestar de las personas, la salud de nuestros ecosistemas, la paz social o el verdadero progreso. La conclusión está bien clara: este indicador debe ser ignorado, y sustituido por otros que contemplen todos estos factores.

 

Vamos a tomar las palabras de un experto, como es Florent Marcellesi, que en el prólogo al libro "El decrecimiento. La revolución del ser frente al tener", afirma lo siguiente: "Ante esta realidad, es hora de poner en marcha una "prosperidad sin crecimiento", entendida como nuestra capacidad de vivir bien y felices dentro de los límites ecológicos de la naturaleza. Esta tercera vía se basa en las siguientes premisas mínimas: redefinir de forma colectiva lo que llamamos riqueza y necesidades; reducir nuestra huella ecológica hasta que sea compatible con la capacidad del planeta; redistribuir el trabajo, las riquezas económicas, los cuidados, la tierra y los recursos naturales en base a la justicia social y ambiental; relocalizar la economía en circuitos cortos de consumo y producción; y desmercantilizar gran parte de nuestras actividades. Para alcanzar estos objetivos, tenemos que ejercer el poder que está en nuestras manos. Desde abajo y de forma cooperativa, existen numerosas iniciativas de soberanía alimentaria y agroecología, autosuficiencia energética, banca ética, monedas locales, ciudades en transición, etc., que desafían diariamente al coloso liberal-productivista con pies de barro y construyen ya la transición social, ecológica y ética de la sociedad. Este profundo cambio requiere además tejer redes entre todas estas "islas alternativas" para que se vayan conformando en archipiélagos, continentes, y ojalá un día, en sistema-mundo. Sólo tenemos un planeta pero para muchas generaciones, presentes y futuras, esta gran transformación no es una utopía, es una necesidad". Creo que sobran los comentarios. Continuaremos en siguientes entregas.

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4 enero 2019 5 04 /01 /enero /2019 00:00
Fuente Viñeta: https://nulla.org/

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Hoy, el problema de la superación del trabajo asalariado es el problema principal en el mundo

Franco Berardi

Precisamente, en entregas anteriores nos hemos ocupado de la crisis del trabajo asalariado, acosado desde diversos frentes al mismo tiempo: la robotización y automatización de tareas humanas, la crisis de los modelos de negocio y su necesaria transformación en otros más sostenibles, la crisis energética y la transformación laboral que su adaptación provocará (lo estamos llamando colapso en nuestra serie de artículos "Filosofía y Política del Buen Vivir", actualmente en publicación), etc. Está claro que el trabajo asalariado será una pieza de museo dentro de no mucho tiempo, que esta crisis no acabará nunca, y que será necesaria la consagración de mecanismos que garanticen a todas las personas sus necesidades fundamentales, so pena de fomentar graves estallidos sociales. Pues bien, en este sentido, la RBU puede abrir amplias posibilidades, al poner en evidencia que el problema fundamental de las personas no es la falta de trabajo asalariado (que poco a poco tenemos que ir asumiendo), sino la imposibilidad de satisfacer sus necesidades básicas. El capitalismo poco a poco desposee a los más débiles para enriquecer a los más fuertes, y en ese sentido, hemos de desligar el instrumento "trabajo" del fin último de éste, que no es otro que garantizar una vida digna para las personas. La crisis terminal y civilizatoria cada vez ahondará en el abismo entre ambos conceptos. La alienación capitalista hacia el trabajo permite que todavía escuchemos el deseo de mucha gente de querer trabajar "aunque sea en una fábrica de armas, en una mina contaminante, o en un edificio pegando al mar". Va desapareciendo también la propia ética ligada al trabajo humano, tal como ya expusimos en concreto en nuestro artículo "Yemen, Arabia y Navantia". Hemos de tener claro, siendo coherente con nuestros razonamientos, que debemos abandonar la idea de que las personas "tengamos que trabajar para ganarnos la vida", asumiendo la dimensión capitalista de dicho trabajo, y anulando otras posibilidades. En ese sentido, como venimos comentando, la RBU es un instrumento liberador para la clase trabajadora. 

 

Nuestras necesidades materiales básicas son de alimento, de ropa, de un lugar digno donde vivir...pero no de poseer un trabajo remunerado en cualquier sitio, al que dedicarle varias horas de nuestra existencia diaria. Eso no es una necesidad esencial, sino una necesidad creada por la filosofía capitalista. El trabajo remunerado será únicamente una forma concreta de poder alcanzar otro objetivo, el dinero, que es el que realmente (bajo el modelo capitalista) nos permite conseguir los otros objetivos (la vivienda, el alimento, etc.). Manuel Casal en su fantástico ensayo "La izquierda ante el colapso de la civilización industrial", ya referido en entregas anteriores, y en el que nos basaremos en muchas ocasiones durante esta serie de artículos, nos ilustra con el ejemplo del lema de las Marchas de la Dignidad: "Pan, Techo y Trabajo", y resalta que mientras las dos primeras sí deben entenderse como necesidades materiales básicas, la tercera entra en otra dimensión conceptual distinta, y por tanto, no se debe poner al mismo nivel que las otras dos. El trabajo sería un "satisfactor de segundo nivel", ya que lo necesitamos para a su vez conseguir los otros objetivos. Casal Lodeiro afirma: "Tanto la izquierda como el conjunto de la sociedad parecen haber perdido de vista que el trabajo --tal como lo entendemos y reclaman muchos hoy-- es una categoría social muy reciente en la historia, un vehículo creado interesadamente por el capitalismo a lo largo de su desarrollo industrial, y en el que acabó creyendo ciegamente la izquierda (esto es, la mitología del trabajo), defendiéndolo al final como si fuera un fin en sí mismo". Es totalmente cierto, y en ese sentido, una parte de la izquierda debería releer a Marx para distinguir perfectamente todos los elementos que el capitalismo nos induce en nuestra vida, para que creamos en ellos como si fueran principios universales. Pero no lo son. El trabajo asalariado es simplemente un elemento de nuestra cultura capitalista, e históricamente no alcanza más de siglo y medio aproximadamente. Lo que hemos de hacer es procurar las necesidades materiales básicas de las personas de forma que queden garantizadas, independientemente de que tengamos o no un trabajo asalariado, nos dediquemos a filosofar, a escribir, a la música, a hacer cursillos, a cocinar, a educar a nuestros hijos, a viajar, o a cualquier otra actividad. 

 

Precisamente por eso la RBU es un instrumento liberador. Las reglas del capitalismo no pueden permitir que las personas queden con sus necesidades básicas cubiertas de forma independiente a que posean o no un trabajo, porque eso rompe sus esquemas de dependencia de forma absoluta, y empodera a las mayorías sociales, que de forma autónoma pueden elegir a qué dedican su tiempo, y cuánto tiempo dedican a cada tarea o actividad. Pero además, si las mayorías sociales alcanzan esta situación de liberación, también serán más conscientes de que necesitan menos (horas de trabajo) para vivir (bien), lo cual también es una afrenta peligrosa para el capitalismo. La reducción de la jornada laboral para un gran número de personas será una opción viable, después una opción elegida voluntariamente, a medida que nos demos cuenta de que realmente no necesitamos "tantas cosas" (es decir, consumir tanto) para poder vivir bien. El Buen Vivir basa su filosofía de vida en la verdadera austeridad, en la frugalidad de la vida, en el ser más feliz con menos, en renunciar al consumo masivo, para adecuar los parámetros de nuestra vida a una vida más local y más simple, sin lujos ni ostentaciones, pero con más tiempo libre, con más riqueza y con más contemplación, y por lo tanto, con más disfrute. No en vano es el modo de vida adoptado durante siglos por pueblos indígenas de todo el mundo (incluso actualmente podemos distinguir tribus en varios sitios del planeta que lo cultivan), cuyos modos de vida son fáciles, simples y locales, aprovechando lo que tienen alrededor. Desde la izquierda transformadora, por tanto, debemos empujar en el sentido de que la sociedad relativice el concepto del "derecho al trabajo", para que no lo santifique, para que deje de adorarlo, y se centre en los verdaderos derechos humanos fundamentales. Pero además de todo ello, la defensa de ese "crecimiento del empleo" que aún defienden las centrales sindicales mayoritarios y nuestros ineptos políticos, se basa a su vez en el propio crecimiento económico, y como venimos explicando, este concepto va expresamente en contra de la sostenibilidad del planeta y de nuestra vida dentro de sus límites (lo estamos explicando más profundamente en nuestra serie "Filosofía y Política del Buen Vivir"). 

 

Por tanto, desde la izquierda transformadora, defender medidas como la RBU implica también alejarse del discurso clásico y dogmático de "la lucha de la clase obrera contra el capital" entendida como la defensa a ultranza de todo tipo de empleos, porque ya estamos viendo que este discurso nos amarra a una realidad que no será posible. El productivismo laboral no puede colocarse sobre parámetros insostenibles, o bien que atenten contra los otros grandes pilares donde la izquierda del siglo XXI debe basarse (como son el ecologismo, el pacifismo, el feminismo, etc.). La bandera de lo laboral no puede colocarse por encima de todas las demás. Esa bandera debe pasar a ser la bandera de la emancipación de las mayorías sociales sobre el concepto de trabajo asalariado, su liberación de él, y su evolución hacia sistemas que se centren en cómo somos capaces, como sociedad, de garantizar a todo el mundo sus necesidades materiales básicas. El objetivo clásico del "pleno empleo" debe ser abandonado. En primer lugar porque una medida como la RBU liberará a todas las personas de su "impulso" a trabajar por un sueldo, pero en segundo lugar, la crisis civilizatoria que se nos avecina volverá imposible este objetivo. Hay que contarle a la gente que existen otras maneras de que las personas tengamos satisfechas nuestras necesidades básicas, sin tener que pasar obligatoriamente por la herramienta trabajo y por la "necesidad" dinero. El propio Casal Lodeiro critica en su referido ensayo la posibilidad de la RBU, ya que aporta el criterio energético (y el hecho del próximo agotamiento de los combustibles fósiles) en el mantenimiento de todas las estructuras de producción del Estado y de las empresas privadas, que actuarían impidiendo también que se pudiera mantener en el tiempo las asignaciones monetarias que la RBU intenta consagrar al conjunto de la ciudadanía. En posteriores entregas seguiremos analizando este enfoque ecosocialista sobre la posibilidad de la RBU, por su importancia y su peso específico en la consecución de esta medida. 

 

Otro crítico de la RBU desde la izquierda es el economista argentino y columnista del medio "La Izquierda Diario" Esteban Mercatante, que en este artículo se plantea ya desde el título: "Renta básica universal, ¿una solución capitalista a los males del capitalismo?". Para Mercatante, "aceptarla [a la RBU] por el lado "progresista" es cometer un error fatal: tomar por buena la premisa del fin del trabajo y proponer librar en otro terreno la pelea por el ingreso. De aceptar estas propuestas, la clase trabajadora tiene ya la mitad de la batalla perdida". Según este economista, no es una medida anticapitalista porque no se plantea expropiar los medios de producción. Nosotros pensamos que Mercatante emite estos juicios porque considera un análisis sesgado de la RBU. Retomo sus palabras: "...una renta básica que venga "desde arriba", como una política pública de seguridad social, difícilmente será universal, sino focalizada en los segmentos de bajos ingresos, y probablemente tampoco será básica, sino por debajo de la línea de pobreza. Sólo de esta forma podría compatibilizarse con la continuada explotación de la fuerza de trabajo en condiciones laborales cada vez más degradadas que necesita el capitalismo contemporáneo". Su análisis, por tanto, no corresponde con el enfoque que le estamos dando a nuestra propuesta de RBU. Esteban Mercatante desconfía de la posibilidad de que cualquier Gobierno pudiera llevar a cabo una propuesta decente de la RBU, debido a las fuertes presiones de las grandes corporaciones capitalistas, que no podrían tolerar el empoderamiento de los/as trabajadores/as que una medida de semejante calibre provocaría. Este economista plantea como mejor alternativa el reparto de las horas de trabajo, proponiendo incluso una reducción de la jornada laboral a 6 horas, y el reparto de todo el trabajo disponible "entre todas las manos posibles". Al igual que los que oponen los Planes de Trabajo Garantizado (PTG) a la Renta Básica Universal, nos parece que Mercatante, no convencido de las posibilidades reales de la RBU (o de que sea una medida realista ante la fuerza disciplinadora del gran capital), propone el reparto del trabajo y la reducción de la jornada como alternativa, cuando en realidad nosotros lo vemos como un complemento. Somos de la opinión de que lo necesitamos todo: el reparto del trabajo (para que todo el mundo que quiera trabajar y sea válido pueda hacerlo), los PTG (para que no se dependa únicamente de los puestos de trabajo procedentes de la corporación privada), y la RBU (para que nadie tenga que depender de modelos laborales agotados y en crisis para poder mantener sus necesidades materiales cubiertas). Continuaremos en siguientes entregas.

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3 enero 2019 4 03 /01 /enero /2019 00:00
Viñeta: http://www.la-politica.com/

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Estamos con ustedes, Catalunya. Su gigantesca manifestación, masiva y pacífica, en protesta por la agresión sufrida y por su derecho a expresarse en libertad, es un ejemplo para los demás pueblos del Estado Español. ¡Viva la República!

Manuel Ruiz Robles (Colectivo ANEMOI)

El pasado viernes 21 de diciembre el Consejo de Ministros se reunió en Barcelona (para negociar con Cataluña no hacía falta este “gesto”), y de cara a la galería, sólo existieron eso, gestos. Una buena predisposición al diálogo (“dentro de la Constitución” insistía el PSOE), y unas cuantas decisiones de menor calado, como la de añadir el nombre “Josep Tarradellas” al Aeropuerto de Barcelona-El Prat, “restituir la dignidad” mediante una “declaración de reparación” hacia el único presidente fusilado, Lluís Companys (no ha sido una anulación del Consejo de Guerra donde se ordena su fusilamiento, como lleva mucho tiempo reclamando ERC), y el anuncio de la dotación de 112 millones de euros para infraestructuras en Cataluña (que hacía tiempo que estaban presupuestadas). Decisiones, como decimos, absolutamente sin contenido. Cataluña lleva cerca de 10 años reclamando (entre sus competencias autonómicas) la gestión del Aeropuerto del Prat, y la respuesta a esta reclamación es darle otro nombre al Aeropuerto, además sin preguntar siquiera. Y mientras todo esto ocurría, la caverna política y mediática seguía insultando, poniendo el grito en el cielo, y tildando lo que se daba allí como una “humillación nacional” (Albert Rivera dixit) o una “traición a España” (Pablo Casado dixit).

 

Siguiendo el razonamiento de Ciudadanos, habrá que concluir que cada vez que Pedro Sánchez se reúna con un/a Presidente/a autonómico en su terreno, “lo está tratando como si fuera el Jefe de otro Estado”. Las idioteces se han contado estos días por cientos. Aparentemente, pues, nada salió del vacío simbolismo inútil, y de la oportuna foto. Porque por parte de Pedro Sánchez no hubo nada más. El Presidente del Gobierno continúa instalado en su “quiero pero no puedo”, en su “estoy sin estar”, y en su eterna “mano tendida”, pero demuestra claramente que no tiene propuesta concreta alguna para el problema político catalán, que afirmémoslo una vez más, no es “territorial” como se dice, sino “nacional”. Pedro Sánchez está en la encrucijada de ofrecer pasos adelante (sin ofrecerlos realmente) para contentar a unos, mientras tiene que lidiar con la caterva de dinosaurios que habitan su partido, y que le piden mano dura y que tire de 155. Exactamente lo mismo le piden desde la derecha y la extrema derecha, que cada día que pasa se dan más la mano.

 

Pero en el día de ayer hemos podido conocer que durante su reunión en el Palacio de Pedralbes, Quim Torra entregó a Pedro Sánchez un documento con 21 propuestas concretas para el diálogo, que, éstas sí, pueden suponer un intento de abrir una vía de diálogo seria y concreta entre los dos interlocutores. Así lo ha desvelado el President catalán tras la tradicional ofrenda floral a la tumba de Francesc Macià en el Cementerio de Montjüic, según fuentes de la Agencia EFE, donde además ha avanzado que votarán en contra de los PGE presentados por el Gobierno. Según Torra, la propuesta incluía puntos como la “desfranquización de España y el aislamiento del fascismo y la ultraderecha”, “la regeneración democrática y la ética política como fundamentos en los cuales basar la discusión política”, y como tercer punto, el documento aludía al “ejercicio del derecho a la autodeterminación, con una propuesta de una comisión internacional que medie entre los gobiernos de Cataluña y de España”. Entendemos que al no haber un conflicto armado entre Cataluña y el Estado Español, no debería hacer falta una Comisión Internacional de mediación, como sugiere Torra, pero estamos muy de acuerdo con el resto de los puntos.

 

Pero pusimos el título de este artículo entre signos de interrogación, queriendo decir con ello que dudamos de que estas propuestas del Govern catalán fructifiquen, y no porque no creamos en ellas, sino porque no estamos seguros de que la otra parte dialogante, el Gobierno español del PSOE, vaya a recibirlas con voluntad de negociación y acuerdo, habida cuenta de la existencia de algunos barones con tics decimonónicos, personajes que por sus ideas deberían tener prohibida la militancia en un partido que se autodenomina “socialista”. Los “chalecos amarillos” franceses han llevado a cabo un revuelo mayor en su país que los que aquí están acusados de “rebelión” y “sedición”. Como afirma Marc Almodóvar en su artículo para el medio El Salto Diario:Una sola tarde en los Campos Elíseos ha provocado más disturbios que siete años de procés”. Pero en fin, hasta ahí llega nuestra altura democrática. Y con presos políticos y exiliados es muy difícil negociar nada.

 

Y por otro lado, la posición que al menos públicamente mantiene el PSOE es de rechazo de todo cauce del diálogo que intente salirse un ápice de lo que la sacrosanta Constitución ordena. En Cataluña, más de un 80% de la población se muestra favorable a la celebración de un referéndum pactado con el Estado Español. Y como hemos afirmado muchas veces, la democracia tiene que ir por encima de la ley. Una cosa es que las leyes hayan de ser respetadas (puestos a respetar, el trío “constitucionalista” de PP-PSOE-C’s es el primero que no cumple la Constitución), y otra cosa muy distinta es que si existe un pueblo dentro del Estado que desea cualquier inclusión, adaptación, modificación o negociación de cualquier ley vigente, no se pueda negociar para intentar alcanzar un acuerdo. En eso consiste la democracia. En pactar, en dialogar, en negociar, en acordar y en respetar. Luego vendrán las leyes que recojan esos acuerdos.

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