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30 diciembre 2020 3 30 /12 /diciembre /2020 00:00

La prostitución está dirigida por y para los varones. La prostitución es posible porque existe el poder de los hombres como clase dominante sobre las mujeres. Los pocos hombres que están en la prostitución lo están normalmente al servicio de otros hombres, e incluso cuando son las mujeres sus clientes este intercambio comercial no refleja menos las desigualdades de clase, de raza, de edad o de otras relaciones de poder entre la persona que compra y la que es comprada

Enrique Javier Díez Gutiérrez

Fijaos, queridos lectores y lectoras, hasta qué punto es cierta la cita de entradilla, que Rosa Cobo destaca lo siguiente en su texto (ya referido en las primeras entregas) "La prostitución en el corazón del capitalismo": "Una reciente investigación de la OIT y la Walk Free Foundation señala que de las más de 40 millones de personas víctimas de la esclavitud moderna en 2016, la mayoría eran mujeres y niñas (cerca de 29 millones, el 71% del total). Las mujeres representan asímismo el 99% de las víctimas del trabajo forzoso en la industria del comercio sexual y el 84% de los matrimonios forzosos, mientras que a los hombres se les explota mayoritariamente en la industria minera, pesquera o como soldados. El Informe Global sobre Trata de Personas 2016 de la ONU sostiene que la explotación sexual y el trabajo forzoso constituyen las modalidades más detectadas de trata de personas, que representa unos beneficios de 32.000 millones de euros anuales para las mafias. El lucro y las reducidas tasas de condena suponen un acicate para quienes se dedican al negocio. La mendicidad, los matrimonios forzados, la pornografía o todo tipo de fraudes se incluyen en la noción de trata, de la que según Naciones Unidas, no hay países inmunes". Es una industria globalizada, multisectorial, interconectada, con un modo de funcionamiento similar al de las grandes corporaciones capitalistas. Sus beneficios anuales superan al de varias multinacionales juntas, y como vemos, constituye la espiral más cruel y despiadada del capitalismo neoliberal. Es fundamental que todo esto se sepa, que se le dé difusión, que exista conciencia de este escandaloso fenómeno, precisamente para que sirva como efecto disuasorio fundamental hacia los "clientes" (puteros) de la prostitución, ya que sin ellos (la demanda) no existiría la oferta. En sentido general, el prostituidor o cliente consume prostitución sin querer saber que la mujer está allí bajo una coacción evidente, en una situación de vulnerabilidad extrema o en una situación administrativamente "irregular" (las comillas pretenden decir que nadie debería estar en este estado, pues ninguna persona es "irregular"). No quieren saber, no les interesa saber, no les preocupa saber. La propaganda ha vencido a la sensibilidad, a la humanidad, a la democracia y a los derechos humanos. 

 

La inmensa mayoría de los clubes de alterne actuales son pequeñas "sucursales" de la extensísima red mafiosa que les da cobertura, y por tanto, sus chicas simplemente "llegan" cada cierto tiempo desde lugares distintos, donde han sido captadas por estas redes criminales, típicamente bajo engaños y promesas de falsos empleos en los países de destino. Y como decimos, es fundamental que los hombres que acuden a la prostitución sean conscientes de esta terrible realidad, porque solo mediante una clara conciencia de este cruel hecho seremos capaces de frenar este fenómeno (aunque no sólo, como ya hemos discutido en entregas anteriores). Por tanto, nunca existe "libertad" en un burdel, nunca hay una posición de igualdad entre el cliente y la prostituta, así que no valen argumentos como que ellos (los prostituidores) le dan dinero por sexo a una mujer con necesidad en un contrato libremente establecido. Esto es una clara barbaridad. Lo que existe es una situación de poder frente a opresión, de dominancia frente a necesidad, de libertad frente a esclavitud. Resulta imposible justificar que exista un consentimiento por parte de la mujer prostituida. No puede haberlo cuando las mujeres provienen de situaciones de extrema precariedad, y además en un alto porcentaje se encuentran prácticamente secuestradas por estas redes mafiosas, que suelen además amenazar a las prostitutas a través de sus respectivas familias en sus países de origen. No obstante, como señala Rosa Cobo en su texto, no es la pobreza la única razón que conduce a que la prostitución se transforme en la industria del sexo, sino que también influyen las instituciones y organismos del capitalismo internacional (legitimando dicha aberración como negocio) y la presencia de nuevos empresarios proxenetas, que lanzan discursos "liberales" sobre el asunto, con evidentes complicidades por parte de fuerzas políticas que compran y difunden dichos discursos. Estos "empresarios del sexo" desean para sus negocios una mayor legitimidad social y una mayor seguridad jurídica, por eso persiguen la regulación de la prostitución, por mucho que saquen la defensa de los derechos de las "trabajadoras del sexo". 

 

Como venimos comentando, la tarea abolicionista choca contra multitud de intereses creados en torno a estos "negocios" del sexo, que además bajo el escenario de la globalización poseen un poderío inmenso. Pero todo ello, y así lo estamos defendiendo, no debe ser causa para cruzarse de brazos, y entrar en una política permisiva, cómplice y sobre todo cínica, pues existen multitud de medidas que se pueden tomar para hacerle la vida muy complicada a la prostitución en cualquier país, como por ejemplo España. Salvando las distancias, podríamos extrapolarlo al asunto de los paraísos fiscales, donde también podríamos pensar lo mismo: "Uf, eso está extendido por todo el mundo, aunque quisiéramos sería imposible acabar con ellos". Efectivamente, ningún país por sí mismo podrá acabar definitivamente con los paraísos fiscales, porque se necesitarán políticas conjuntas de diferentes Estados, asociaciones y organismos internacionales de carácter económico. Pero eso no es óbice para que, a nivel local, se puedan (y deban) hacer muchas cosas. En el caso que nos ocupa de la prostitución, para el caso de España (en realidad cualquier país) y tomando de nuevo las palabras de Rosa Cobo: "Lo primero es ilegalizar la industria del sexo, es decir, los clubes, los hoteles que son burdeles, los edificios o pisos que funcionan como tales, las agencias. Con ello se disuade a los proxenetas de que nuestro país es un buen lugar para invertir y blanquear su dinero. Segundo, mediante las multas, se penaliza la demanda, otra parte imprescindible. Y tercero, a la vez, hay que implementar políticas públicas para las mujeres. En España hay entre 300.000 y 100.000 mujeres en prostitución, por supuesto, las medidas para ilegalizar deben estar acompañadas de estas políticas". Es evidente que si cada país se tomara en serio este asunto, complicaríamos bastante la vida a los proxenetas, y de camino, a las redes de tráfico de mujeres que se lucran con su explotación sexual. Y a este respecto, los medios de comunicación (que en todos los asuntos poseen una gran importancia) lo que hacen (al menos los dominantes) es multiplicar el cinismo y la hipocresía en torno a este tema, retorciendo el significado de las palabras, adoptando eufemismos perversos y normalizando las explotaciones más aberrantes. Es muy evidente que si los medios de comunicación adoptaran la visión abolicionista otro gallo nos cantara, pero como sabemos, los grandes conglomerados de la comunicación son también empresas sometidas a la lógica del gran capital, al cual no le interesa esta postura. 

 

Cecilia Zamudio, una de las más brillantes críticas mundiales sobre la criminalidad del capitalismo, lo ha expresado bien claro en este artículo para el medio digital Rebelion, que vamos a tomar como referencia a continuación: "Hay una correlación directa entre empobrecimiento y prostitución; además, numerosos estudios han revelado que gran parte de las mujeres prostituidas sufrieron maltrato en la infancia y padecen Trastorno de Estrés Postraumático: "sufrieron violencia o fueron desatendidas en la niñez (...) sufren de depresión, trastornos de ansiedad y adicción en índices muy altos. La mayoría han sido violadas (...) La mayoría dice que dejaría la prostitución de inmediato si pudierar hacerlo". Esa es la terrible realidad que buscan tapar con el barniz del discurso sobre la supuesta "elección libre". No nos dejemos engañar, por tanto. No existe elección libre en la prostitución, para la inmensa mayoría de casos en la estadística actual. Para la mayoría de mujeres prostituidas, su esclavitud es la continuación y la profundización desgarradora de todos esos traumas, por supuesto bajo los mimbres de sociedades capitalistas a las que les importa bien poco el dolor ajeno. Y zanja Zamudio la cuestión de una forma absolutamente tajante: "Que la clase explotadora, los proxenetas y la derecha hagan apología de esa falacia de la supuesta "libertad de elección" es coherente con sus putrefactos intereses; pero que gente que se pretenda "de izquierda" intente presentar una brutal explotación como algo casi bucólico, demuestra una carencia de empatía y de profundidad lacerantes". El trabajo de investigación titulado "Las voces expropiadas y el lobby proxeneta" denuncia lo siguiente: "...La prostitución es un negocio de proporciones siderales. Esa es la razón por la cual la burguesía internacional proxeneta y sus instituciones están apoyando con millones de dólares anuales la legalización de la prostitución; el capitalismo quiere blanquear y sostener esos negocios. A través de la Open Society Foundation, [George] Soros ha aportado 11 billones de dólares en los últimos 30 años para la despenalización de la prostitución (...) Otro millonario que pone fondos en organizaciones pro legalización es Bill Gates". El panorama, por tanto, permite una comprensión casi total del fenómeno, de los intereses en juego y del cierre del círculo en torno al oscuro mundo de la prostitución. La propaganda del lobby proxeneta posee tanta fuerza que consigue transformar los imaginarios colectivos en relación a este asunto. 

 

Y así, los intereses de las poderosas organizaciones y personajes que existen detrás de esta trama intenta esconder la auténtica realidad de las mujeres prostituidas, que no es más que una realidad siniestra. Cito de nuevo a Cecilia Zamudio, quien describe perfectamente esa realidad: "Los defensores de la legalización de la prostitución intentan esconder, tras la fábula del "empoderamiento", el dolor de las prácticas cada vez más extremas que piden los "señores puteros", que pagan por "fiestas de violación"; intentan esconder la explotación en cadena de proxenetas, puteros, rentistas y expendedores de drogas; esconder la drogodependencia y descorporalización que se instala para disociarse del horror; esconder la realidad de las mujeres empobrecidas, empujadas a migrar y arrinconadas por la brutalidad del sistema, urgidas a conseguir el sustento para sus hijos empeñando su salud física y emocional, a la merced de sádicos misóginos que pagan por ejercer poder". Quizá no se pueda describir mejor el horror que destila este mundo de la prostitución. Esta es exactamente la realidad. No puede ser disfrazada ni tolerada. No puede ser consentida por una sociedad que se precie de ser democrática. No puede ser avalada por ningún país o Estado que suscriba y se haga eco mínimamente de los derechos humanos más elementales. No puede, simplemente, existir en las sociedades del siglo XXI. Sin embargo, existe. El capitalismo es un monstruo que posee tanta fuerza, tanto poder, en tantas vertientes (económica, política, mediática, social, cultural..) que ha conseguido no solo que existan estas perversas realidades, sino que una buena parte de las sociedades actuales las toleren. Hoy día, por tanto, hemos de asistir con estupefacción al hecho de que este tipo de explotación tan salvaje y aberrante se esté llevando a cabo en el burdel de la esquina, en aquél club de carretera...En una palabra, delante de nuestras narices "democráticas". Hoy día la prostitución se parapeta en burdeles legales, no porque lo sean ex profeso, sino porque, simplemente, no son ilegales. Pero está demostrado que allí donde la prostitución está regulada, hay más trata de personas que en ningún otro lugar. Cecilia Zamudio recoge en su artículo multitud de informes que lo avalan, así como multitud de testimonios absolutamente desoladores. Recomiendo su lectura completa. Continuaremos en siguientes entregas.

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28 diciembre 2020 1 28 /12 /diciembre /2020 00:00

Las monarquías europeas del siglo XXI no son únicamente símbolos de representación del pueblo, no son simplemente caras que aparecen en monedas e inauguraciones. Son mucho más. Son, ante todo, representantes sindicales de una clase económica y social dominante, un cortafuegos político disfrazado de institución neutral que miente cuando dice que representa a todos los compatriotas por igual, un resorte de contención por si, llegado el caso, los ciudadanos votasen en la dirección equivocada según los intereses de los de siempre

Gerardo Tecé

Un tertuliano de una cadena me lo ha confirmado: “De Felipe tenemos prohibido hablar”. Y es lamentable, porque podría estar haciendo exactamente lo mismo que su padre, y “confiamos” en que no. Pero las condiciones legales e institucionales para hacerlo, las tiene. Sigue operando la misma falta de transparencia, puede hacer exactamente lo mismo… y funciona el mismo control de los medios de comunicación, que es lo más grave. Siempre que tengo ocasión de hablar, aunque me pregunten de Juan Carlos, siempre me refiero también a Felipe porque me parece escandaloso que estemos repitiendo la misma historia y le volvamos a proteger

Rebeca Quintans (autora de “Juan Carlos I: la biografía sin silencios”)

El pasado día 24 tuvimos ocasión de asistir, de nuevo, a un discurso navideño del Rey Felipe VI. Y aunque su duración fue ligeramente superior a otros años (casi 14 minutos), la esencia del mensaje fue la misma de siempre, es decir, ninguna. Un mensaje vacío, sin contenido, relleno de frases manidas y de repetidas referencias a los mismos consabidos marcos de leyenda (“2020 ha sido un año muy duro y difícil”), retrató los efectos de la pandemia en sus diferentes facetas, (“es lógico y comprensible que el desánimo y la desconfianza estén muy presentes”), mensajes de ánimo (“tenemos que afrontar el futuro con determinación y seguridad”), y llamadas al ego patrio (“en condiciones de dificultad, siempre hemos sido capaces de superarlas”), y a la ilusión (“ni el virus ni la crisis económica nos van a doblegar”), etc. ¡Qué fácil resulta dictar estas proclamas desde su atalaya de poder y comodidad!

 

Se acordó de los sanitarios, se acordó de las personas que lo están pasando mal (“Cada persona importa y mucho, por ello las personas, y las familias, deben ser nuestra preocupación fundamental”). El problema es que con que los demás se preocupen no come la gente. La gente come y paga sus necesidades fundamentales mediante recursos económicos, que si no se liberan y destinan para ello, la gente seguirá en la miseria. De los jóvenes se limitó a decir que “su nivel de desempleo es altísimo, y no pueden ser los perdedores de esta situación” (¿?) Afirmó que “durante este tiempo, las instituciones públicas (…) han funcionado bien”, lo cual no es cierto, hizo alardes al fallido e injusto proyecto que representa la Unión Europea, así como a nuestra Constitución (“nuestra Constitución nos garantiza nuestro modo de entender la vida, nuestra visión de la sociedad y del ser humano, de su dignidad, de sus derechos y libertades”, ahí es nada!!). Lo mejor de todo vino cuando mencionó la ética en su mensaje (“necesitamos preservar los valores éticos que están en las raíces de nuestra sociedad”), haciendo referencia a su compromiso en 2014 cuando fue proclamado Rey. Añadió: “Unos principios que nos obligan a todos sin excepciones, y que están por encima de cualquier consideración, de la naturaleza que sea, incluso de las personales o familiares”). Y se quedó tan pancho.

 

Bien, básicamente, hasta aquí lo que dijo. Pero…¿y lo que no dijo? Porque pensamos que ahí radica lo importante. Pensamos que de un Jefe del Estado podemos esperar mucho más de lo que cualquier persona de la calle puede decirnos. Y creemos, sobre todo, que un Jefe del Estado tiene que mojarse en los asuntos fundamentales. Sin ir más lejos…¿por qué estuvo tan entusiasta en la defensa de los fundamentos de la Unión Europea, pero no dijo una sola palabra en defensa de las medidas que aquí está tomando nuestro Gobierno de coalición? Ya que se trata de enviar mensajes de convivencia, ¿por qué no hizo un llamamiento en forma de tirón de orejas a las formaciones que siembran el odio y la discordia de forma permanente? (léase Vox, PP y Ciudadanos) En su momento sí lo hizo contra los independentistas catalanes. Y sobre todo, si del respeto a la Constitución se trata, y de llamar a las normas de convivencia, respeto a todos, armonía, paz y concordia…¿por qué no se pronunció abiertamente en tono de condena hacia los militares retirados que le han suscrito una carta, mostrando actitudes golpistas? Y por último, tiene gracia que tengamos que escuchar al hijo del Emérito hablando de “ejemplaridad” y de “ética” en las conductas, cuando su padre lleva un currículum tan abultado en diferentes formas de delinquir y defraudar, tanto a la Hacienda Pública como a todos los españoles, esa “patria” a la que tanto invocan y que siempre dicen llevar en el corazón. Podríamos continuar, pero creo que los ejemplos anteriores dan preciosas pistas al respecto de lo que NO dijo.

 

Si quien me habla es el Jefe del Estado, al menos espero que hable claramente, y sobre todo se posicione abiertamente a favor o en contra de ciertos asuntos. Así que, en vez de tantas vagas generalidades sobre la pandemia, sobre la crisis sanitaria, la crisis económica y el ardor patrio que vertió en su discurso, más le hubiera valido salir a decir que aquí no caben actitudes fascistas, ni que una parte del Congreso acose y amenace a otra parte, y que tampoco caben actitudes y proclamas que pretendan sacar provecho político de una situación tan grave como la que vivimos (no hubiese hecho falta ni mencionar a la bancada de la derecha). En resumidas cuentas, un discurso vacío, como tantos otros a los que estamos acostumbrados. La propia institución de la Monarquía, su misma existencia, representa ya una anomalía democrática, pero además, es que tenemos una Constitución que proclama inviolable al Rey, es decir inimputable, ininvestigable, y menos aún condenable; es decir totalmente impune, y por tanto irresponsable. Solo una sociedad absolutamente alienada puede sostener esto en pleno siglo XXI. Porque además, siguiendo el razonamiento, si el Rey es inviolable durante todo su mandato, cometa todas las tropelías que cometa, no habrá más remedio que juzgarlo cuando deje de serlo, es decir, cuando abdique la Corona en su sucesor (sucesora en este caso). Por lo cual, los partidarios inquebrantables de la Monarquía continuarán argumentando el mismo falaz razonamiento, es decir, que “se juzgue a las personas, y no a las instituciones”, mientras seguimos soportando instituciones corruptas por propia naturaleza, como no puede ser de otra manera si a alguien se le declara “inviolable” en cualquier sociedad. Como afirma Manuel Ruiz Robles, “ningún país que pretenda ser un Estado de Derecho puede estampar en su Constitución tal aberración jurídica”.

 

Rebeca Quintans, en este artículo para el medio El Salto Diario, lo ha expresado clara y valientemente en los siguientes términos, refiriéndose a la fuga del Rey Emérito: “¿Cómo que tú permites que Juan Carlos salga de España, a un exilio dorado en Abu Dabi, con escoltas españoles pagados por todos, cuando está pendiente de cuestiones con la justicia? ¿Tú quién eres, Felipe VI, para permitir esto? Y el gobierno dice “gestión de Casa Real, me lavo las manos”. Absurdo y escandaloso”. Pues eso. Antes el tabú era Juan Carlos, ahora el tabú es Felipe, después será su hija…¿Hasta cuándo? Pues hasta siempre, mientras exista la Monarquía, porque precisamente esta caduca institución es la clave de bóveda que sostiene todo el engranaje del régimen del 78. De ahí el inquebrantable interés en proteger a la Corona que los partidos del régimen demuestran continuamente.

 

¿Es que acaso PSOE, PP, Ciudadanos y Vox aclamarían tanto el discurso de Felipe VI si su contenido fuese el que hemos indicado? Evidentemente, no. Hubieran salido escandalizados, pero eso no llegará nunca a ocurrir mientras estas formaciones gobiernen, porque el discurso navideño (como otros tantos) del Rey es filtrado por el propio Gobierno, que da su “visto bueno”, y en el caso que estamos proponiendo, no se daría. ¿Por qué? Pues porque estas formaciones políticas son las primeras interesadas en que el discurso navideño de Felipe VI siga siendo vacuo, vacío, sin contenido, es decir, siga siendo un no-discurso. Un discurso alienante, que continúe en la línea de los que nos ofrecía su padre, y todos sus ancestros borbones. La alienación del no-discurso del Rey llega a tal grado de calado popular, que aún sin decir nada, y representando una institución absolutamente anacrónica y antidemocrática, la figura del Rey es aclamada a cualquier sitio que va, mientras que la figura del Presidente del Gobierno, en este caso Pedro Sánchez, es objeto de pitidos y abucheos. Algo insólito, pues si lo analizamos desde el punto de vista democrático, sería el Rey quien debería ser abucheado porque no lo ha elegido nadie, mientras que al Presidente del Gobierno lo ha elegido una buena parte de la población. Pues eso, incongruencias de la pseudodemocracia en que vivimos.

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25 diciembre 2020 5 25 /12 /diciembre /2020 00:00
Sáhara Occidental: el Régimen del Terror y del Silencio (III)

La invasión y ocupación militar del territorio saharaui por el ejército marroquí, 43 años de ignominia colonial, la pertinaz represión del ocupante, la sistemática expulsión del Sáhara Occidental de eurodiputados, juristas, observadores, periodistas y estudiantes para impedirles constatar la realidad; la culpabilidad de los gobernantes españoles, la traición de los ‘socialistas’, el abandono de los principios anticolonialistas, el permanente chantaje alauita, la impune violación de la legalidad internacional por un régimen al que se le siguen vendiendo armas con las que se reprime al pueblo saharaui,… y la ejemplar resistencia de un pueblo que lucha pacíficamente por el respeto de los derechos humanos, por su legítimo derecho a su propia tierra, a sus recursos naturales...

Luis Portillo Pasqual del Riquelme

...a su propia vida en paz y libertad, y que ha sido capaz de construir su propio Estado, la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), de cuya proclamación (Bir Lehlu, 27 de febrero de 1976) se cumplen ahora 43 años, con el reconocimiento de más de ochenta países, a pesar de tantas maniobras rastreras en su contra

Luis Portillo Pasqual del Riquelme

Vamos a tomar como referencia para el relato de aquélla famosa "Marcha Verde" este artículo de Lehbib Abdelhay publicado en el medio Confidencia Saharaui, y replicado por algunos otros medios digitales. El artículo está escrito en el año 2018, cuando se cumplían los 43 años de aquel acontecimiento. Rabat envió el primer grupo de "marchadores verdes" al Sáhara el 31 de octubre (de 1975), y no el 6 de noviembre, fecha oficial del inicio de la Marcha Verde. El 31 de octubre de 1975, poco antes de la muerte del dictador, el entonces Príncipe Don Juan Carlos de Borbón preside un Consejo de Ministros en el Palacio de la Zarzuela, con el asunto del Sáhara como prioritario en la agenda. Juan Carlos manifiesta su férrea determinación de ponerse al frente de la situación. Sin embargo, no les dice a los demás reunidos que él ya ha enviado a su hombre de confianza, Manuel Prado y Colón de Carvajal, a Washington, para solicitar la ayuda del entonces Secretario de Estado, Henry Kissinger. Juan Carlos es consciente de que una guerra colonial con Marruecos en aquellos momentos podría precipitar los acontecimientos al estilo de lo acaecido en Portugal, y que podría por ello perder su corona antes de ceñirla. Pero retrocedamos un poco en el tiempo: en agosto de 1973, dos años antes, una declaración de intenciones señalaba que "España está comprometida con la autodeterminación del Sáhara". Por aquellas calendas, al ya agotado régimen franquista le sobraba la colonia. El Frente Polisario había iniciado su guerra de guerrillas, y la administración franquista intentaba cargar con su responsabilidad a la ONU para abandonar lo que se había convertido en un problema, y para que su imagen no quedara demasiado dañada. Al año siguiente, en 1974, y al auspicio de las Naciones Unidas, España decide celebrar un referéndum para la autodeterminación del Sáhara, pero entonces Marruecos, temeroso del resultado de dicha consulta, solicita el amparo de la Asamblea General de las Naciones Unidas para que no se celebre (Marruecos trataba de equiparar el caso con la descolonización de Sidi Ifni y su devolución a la potencia alauita). 

 

Naciones Unidas, ante esta hipotética situación, consulta a la Corte Internacional de Justicia una serie de cuestiones preliminares, a lo que dicho organismo estimó mayoritariamente que en el momento de su colonización por parte de España, el Sáhara no era un territorio sin dueño, ni existían vínculos de soberanía entre el territorio del Sáhara Occidental y el Reino de Marruecos, antes de la colonización española. La conclusión fue, por tanto, que el referéndum debía celebrarse. Pero el entonces Rey de Marruecos, Hassan II, saltándose todas las estimaciones de la ONU y de la Corte Internacional de Justicia, organiza un movimiento masivo de ciudadanos marroquíes forzados para invadir el Sáhara Occidental, que fue conocido como "Marcha Verde", por el color de la indumentaria de los ocupantes de los convoyes. El siguiente hito histórico lo tenemos en los llamados "Acuerdos de Madrid", firmados el 14 de noviembre de 1975, por los Gobiernos de España, Marruecos y Mauritania. En ellos, España ratificaba su intención de descolonizar el territorio del Sáhara Occidental poniendo término a las responsabilidades y poderes que poseía sobre dicho territorio como potencia administradora. Los Acuerdos de Madrid recogían que dichas responsabilidades y poderes serían transmitidos a una Administración temporal sobre el terreno, en la que participarían Marruecos y Mauritania, fijándose la terminación de la presencia española en el territorio saharaui antes del 28 de febrero de 1976. Se advertía que sería respetada la opinión de la población saharaui, expresada a través de la Yemáa. En virtud de todo lo cual, el 26 de febrero de 1976 España retiró definitivamente sus tropas del territorio del Sáhara, y abandonó a la población saharaui, que pasó a ser de dominio marroquí. Los Acuerdos de Madrid disfrazaron, por tanto, un "acto de cobardía, de aquel despropósito, de aquel abandono soez por parte de España de todo un pueblo acogido a sus leyes y a su protección internacional, y este país sigue atrapado en su propia vergüenza, en su increíble dejadez, en una política de pánico insuperable ante el sátrapa marroquí que no solo se permite desoír una y otra vez las resoluciones del máximo órgano de jurisdicción universal (la ONU) sino que se atreve a presionar y a chantajear permanentemente a los dirigentes españoles en base sin duda al permanente apoyo que recibe del imperialismo estadounidense y a la reconocida debilidad militar española", en palabras del autor del artículo citado. 

 

Este episodio, en opinión de Víctor Arrogante (uno de nuestros mejores y más veteranos analistas) en un artículo publicado (entre otros medios) en Asturbulla, constituye una de las páginas más negras de la política exterior española. España tenía obligaciones reconocidas a nivel internacional que simplemente no cumplió, se evadió de ellas, prefirió mirar para otro lado y dejar al pueblo saharaui abandonado a su suerte. La actitud española supuso una clara traición para el pueblo del Sáhara, que aún a día de hoy sigue sufriendo con la bárbara ocupación marroquí y el exilio. Aquélla "Marcha Verde", compuestas por regimientos de tanques y blindados del ejército marroquí invadieron el Sáhara Occidental, destruyendo, matando y secuestrando a la población allí por donde pasaban. El entonces Príncipe, como hemos dicho, acordó el repliegue de las tropas y la entrada de 50 marroquíes en El Aaiún. Documentos desclasificados de la CIA arrojan luz sobre algunos de los episodios más significativos de aquellas fechas. Eran los días en que Juan Carlos asumía en funciones la Jefatura del Estado, ante la debilidad física de Franco. Explica Víctor Arrogante: "El objetivo de los Acuerdos [Tripartitos de Madrid] fue legalizar la ocupación marroquí del Sáhara, una ocupación que ya estaba hecha. La Asamblea General de las Naciones Unidas rechazó de forma determinante los hechos y presentó una resolución en la que se exigía el respeto a la legalidad internacional y que reconocía el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación. Hasta la fecha nadie reconoce la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara. Marruecos ni cumple con la legislación internacional ni reconoce las resoluciones de la ONU". ¿Nos suena de algo este relato? Son demasiados los conflictos donde la ONU es un interlocutor válido, pero donde no se respetan sus dictámenes. La comunidad internacional tendría que decir mucho sobre esto, porque ello está ligado, casi siempre, a eternos episodios sangrantes de la historia reciente del mundo. Aquella Marcha Verde, en realidad, solo sirvió para esconder los verdaderos intereses en juego, para disfrazarlos y para ocultarlos, para disimular formalmente unas decisiones que ya habían sido tomadas, y para cubrir con el manto de legitimidad de la ONU unos acuerdos injustos y despreciables. 

 

Con aquellos Acuerdos de Madrid se puso en marcha una efímera administración tripartita (ya que Mauritania, el tercer actor afectado, exhausta por el conflicto con el Frente Polisario, se retiró en 1979 de la parte meridional del territorio que le había cedido Marruecos), se posibilitó la ocupación del Sáhara por los ejércitos marroquí y mauritano y el primero de ellos entró en El Aaiún el 11 de diciembre de 1975. Con el embarque de las últimas tropas españolas en Villa Cisneros el 12 de enero de 1976, y con la retirada de los últimos oficiales y administradores el 26 de febrero, se consumó la entrega. Pero nadie había previsto, cuando se firmó dicho despropósito, la feroz y encarnizada resistencia de un gran sector del pueblo saharaui, movilizado y encuadrado en el Frente Polisario, ni la fuerte reacción de un cuarto actor, como fue Argel. Según la ONG "Por un Sáhara Libre", miles de personas permanecen en los campamentos de refugiados en Argelia, sobreviviendo a las duras condiciones climatológicas y humanitarias, pese a la ingente labor llevada a cabo por el Frente Polisario para combatir dichas adversidades. Miles de personas padecen una férrea y violenta ocupación militar por parte del Reino de Marruecos en el propio Sáhara Occidental, sufriendo violaciones sistemáticas de sus derechos más elementales, como ya destacábamos en nuestras primeras entregas. "El Reino de Marruecos, que siempre ha mantenido una postura obstruccionista, últimamente ha endurecido la presión sobre Naciones Unidas, mostrando una vez más la arbitrariedad y el despotismo que le caracteriza, sin entender más idioma que el de las amenazas y obviando el derecho internacional como forma de entendimiento entre los pueblos del mundo", en palabras de Víctor Arrogante. El Sáhara Occidental sigue siendo la última colonia del continente africano. Los gobernantes españoles, de toda la ya extensa etapa "democrática", desde la Transición hasta la actualidad, han practicado un desdén absoluto hacia el asunto del Sáhara, riendo las gracias continuamente a la potencia alauita. Los gobernantes españoles han demostrado su absoluta incapacidad y cobardía en el ámbito internacional, demostrando que no son capaces (ni les interesa siquiera) de cerrar el proceso de descolonización de este territorio, y de liberar a su pueblo del enemigo opresor. La colonización fue considerada, desde la propia fundación de las Naciones Unidas en 1948, como una lacra histórica de la humanidad, que solo ha provocado sufrimiento y retroceso en el proceso de la convivencia entre los pueblos del mundo. 

 

Mientras el Frente Polisario apostó desde el año 1991 por la paz y la negociación como forma de resolver los conflictos, Marruecos continúa presumiendo de la imposición, la violencia y la sinrazón frente al derecho internacional, apostando por el conflicto directo como forma de resolver un problema que tiene su origen en la incapacidad de España para concluir de forma justa el proceso de descolonización del Sáhara Occidental, incapacidad que, como hemos señalado, han presentado todos los gobiernos que se han sucedido en el Palacio de la Moncloa desde el año 1975. Ante un conflicto enquistado de esta magnitud, máxime cuando es todo un pueblo el que reclama justicia y libertad, es preciso que se emprendan nuevas acciones decisivas y medidas eficaces, de conformidad con el Derecho Internacional y los Derechos Humanos, para eliminar los obstáculos que impiden la plena realización del derecho a la libre determinación de los pueblos que, como el saharaui, viven bajo la bota de la ocupación colonial, ese brutal vestigio del pasado, y que siguen viéndose afectados negativamente en su desarrollo económico y social. En conclusión: los Acuerdos de Madrid fueron claramente ilegales, y desde ahí se arrastra toda la perversidad de este asunto. La Marcha Verde, compuesta por un millón de marroquíes, fue el intento de legitimación de aquella barbarie. Hassan II consideró que había logrado su objetivo, y "sin vencedores ni vencidos" y sin disparar un solo tiro (las barbaridades vendrían después), ordenó a los manifestantes abandonar el territorio ocupado. Hoy día, los intereses geoestratégicos pesan mucho en el conflicto saharaui. Los Acuerdos de Madrid (ya lo citamos de pasada en la primera entrega de esta serie) estipulaban la cesión a Marruecos del 65% de la empresa Fosfatos de Bucraa, que explotaba los ricos yacimientos de la zona. A cambio, nuestro país obtendría los derechos de pesca para 800 barcos durante 20 años, acuerdo que por cierto Marruecos incumplió. Todavía hoy, la intransigencia de Marruecos, la inoperancia de la ONU y el silencio de España y algunos gobiernos occidentales, mantienen el conflicto empantanado. Mientras Estados Unidos (Trump lo acaba de "reconocer" hace dos semanas), Francia y Gran Bretaña están a favor de la integración del Sáhara Occidental a Marruecos como una provincia más, los gobiernos españoles han mantenido una postura de ambigüedad calculada, que no favorece para desencallar el conflicto. Continuaremos en siguientes entregas.

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23 diciembre 2020 3 23 /12 /diciembre /2020 00:00

Pero, más importante que los argumentos de autoridad, me parece el análisis comparativo del trabajo con la práctica de la prostitución, en que se revela una diferencia esencial entre ambas realidades. En una actividad laboral se vende «la fuerza de trabajo», como decía Marx. Pero no el cuerpo y la realidad personal. Aquello que se vende es algo exterior, una actividad que es retribuida. Y que puede ser tanto una actividad física, en el trabajador manual, como intelectual en las profesiones llamadas liberales. En la prostitución aquello que está en venta -o alquiler- es el propio cuerpo, que se entrega al prostituidor. Y el cuerpo no es separable de la personalidad, del ego y la individualidad

Carlos París

Bien, hemos alcanzado ya esta décima entrega de nuestra serie sobre la prostitución y la necesidad de su abolición, y hemos analizado algunos puntos de vista, pero aún nos quedan muchos asuntos donde insistir, y más enfoques que exponer. El fenómeno es extenso y complejo, y por ello necesita una visión profunda y multidisciplinar. A continuación, tomando como referencia este estupendo artículo de Irene Hernando Velasco, publicado originalmente en el diario El Mundo, vamos a profundizar más en el tema de los clientes de la prostitución en nuestro país, es decir, de los prostituidores, figura a la que ya nos hemos referido en anteriores entregas como imprescindible para que la prostitución exista, y que evitamos llamar "puteros", porque estamos de acuerdo con Mabel Lozano en que este calificativo estigmatiza a las mujeres. De entrada, Irene Hernando ofrece los siguientes datos (el artículo corresponde al año 2018, por lo cual éstos pueden haber sufrido oscilaciones): el 15% de los varones españoles (unos 2,5 millones) admitió sin reparos el año pasado (2017) en pagar por mantener sexo, y el 34% no cree que la prostitución sea una forma de violencia. Realmente asombroso. De entrada, estos datos pueden llevarnos a la conclusión de que, en realidad, la dimensión del fenómeno de la prostitución se conoce bien poco. El estudio referido en el citado artículo establece por primera vez cinco tipos de "clientes" o prostituidores, de los que hablaremos luego: ociosos, cosificadores, buscadores de pareja, arriesgados y personalizadores. Dicho estudio está basado en una amplia encuesta a clientes de prostitución en el contexto español. Y según dicho estudio, el grupo más numeroso está constituido por aquéllos varones que recurren al sexo de pago por motivos de ocio, de pura y simple diversión, para disfrutar de su tiempo libre, para pasárselo bien. Esto es exactamente lo que declaran, "como si acudir a uno de los 1.693 burdeles que en 2013 contabilizó  la Policía Nacional a lo largo y ancho del país fuera un hobby como ir al cine, visitar un parque de atracciones o practicar piragüismo", nos dice la autora. Se sospecha también que un alto porcentaje de hombres oculta, por diferentes causas, su visita a locales de prostitución. 

 

Pero volvamos al dato quizá más preocupante que indicábamos anteriormente: dos de cada tres hombres que pagan en España por tener sexo con una mujer (exactamente el 34,8%) NO consideran que la prostitución sea una forma de violencia. Y el 86,4% se muestra de hecho a favor de regularla, como si fuera una actividad económica más. Son datos extremadamente preocupantes. Se deben seguramente no solo a la expansión del fenómeno de las redes de tráfico de mujeres por todo el mundo y su normalización sociológica, sino también a las lagunas de un sistema educativo que no ha formado a estas personas, cuando eran niños, de una manera correcta sobre los temas de la educación sexual, la prostitución y la pornografía. Su visión de estos asuntos por tanto es la visión dominante, que no es otra que la visión instrumental que del cuerpo de las mujeres posee y difunde el sistema patriarcal capitalista. Pero la autora del artículo recalca a continuación: "Sin embargo, si se escarba un poco, lo que se encuentra es una espesa capa de cinismo. Porque, por otro lado, nada menos que el 72,8% [de los encuestados] opina que si una mujer se prostituye es porque de algún modo la obligan a ello a través del uso de la fuerza o a base de amenazas. Por no hablar de ese abultado 93,9% que considera que la primera causa que empuja a una mujer a la prostitución es la pura necesidad económica". Es evidente. Pero Carmen Meneses, antropóloga de la Universidad de Comillas y directora de este exhaustivo estudio que recoge lo que opinan sobre la prostitución los hombres españoles, especialmente los que recurren a ella, recoge también un dato muy significativo: "A los hombres que pagan por sexo les cuesta asumir las consecuencias reales de sus acciones, les cuesta verse reflejados tal y como son en realidad. Consideran que las mujeres obligadas a prostituirse, las mujeres víctimas de trata, son siempre las otras, no aquellas que ellos ven. Se autoconvencen de que las prostitutas que ellos frecuentan no tienen para nada ese perfil. Son muy, muy pocos los que tienen conciencia al respecto". Fenómeno curioso donde los haya, mediante el cual nuestra mente esquiva contemplar los auténticos motivos de un fenómeno cruel, como un modo de autoprotección para no reconocer que nosotros mismos estamos participando de él, y por tanto, contribuyendo a su expansión. 

 

La investigación, basada en un total de 1.048 encuestas telefónicas, de carácter aleatorio y anónimo, a otros tantos hombres de entre 18 y 70 años que accedieron a responder a un cuestionario de 37 preguntas (un 67,5% de los que fueron contactados se negó a hacerlo), es una de las pocas que se han centrado en el papel del "cliente" de la prostitución. De hecho, y como ya resaltamos en alguna entrega anterior, brillan por su ausencia los estudios que tratan de ofrecer una respuesta científica a los motivos que llevan a un hombre a pagar por mantener sexo. Y así, la inmensa mayoría de los estudios suelen centrarse en la problemática de las mujeres prostituidas, obviando el carácter fundamental del hombre. En nuestro país solo se había hecho anteriormente una única encuesta a nivel nacional centrada en los usuarios de prostitución, publicada en el año 2003 por el Ministerio de Sanidad y el Instituto Nacional de Estadística. Este estudio al que nos referimos, dirigido por la antropóloga Carmen Meneses, con la colaboración de Antonio Rua y Jorge Uroz, fue publicado en la Revista Internacional de Sociología, y viene a cubrir ese vacío, al tiempo que aporta numerosa información sobre los españoles usuarios de prostitución y los motivos que ellos declaran que les inducen a ello. La encuesta lleva el elocuente título de "Explorando los motivos para pagar servicios sexuales desde las opiniones sobre la prostitución", y para empezar, saca a la luz que el 20,3% de los hombres encuestados (lo que equivale a uno de cada cinco españoles) ha pagado alguna vez en su vida por mantener sexo con una prostituta, y que el 15% (unos 2,5 millones) confiesa haberlo hecho en el último año al de la realización del estudio. Bien, habíamos anunciado más arriba que este estudio aportaba, sobre todo, una radiografía precisa y detallada de estos clientes de la prostitución, hasta tal punto que los tres autores del trabajo trazan una tipología completa de estos hombres, distinguiendo hasta 6 tipos en función de los motivos que les llevan a pagar a cambio de sexo. Siguiendo a estos autores, serían los siguientes:

 

1.- LOS OCIOSOS: Este grupo, el más numeroso, está integrado por el 24,1% de los hombres que recurren al sexo de pago. Quienes forman parte de esta categoría buscan en la prostitución una forma de diversión, de ocio, de disfrute, de pasar el tiempo libre. Según Carmen Meneses: "Se trata en muchos casos de jóvenes que salen en grupo de juerga. Si la noche concluye y no han ligado, acuden a clubes y pagan por mantener relaciones sexuales. Para ellos el burdel es una continuación de la discoteca, de la diversión". Celebraciones, salidas de fin de semana, fiestas particulares, despedidas de soltero, cumpleaños, aniversarios, cenas en grupo...pueden finalizar en muchos casos en los clubes de alterne. 

 

2.- LOS COSIFICADORES: Este segundo grupo constituye el 21,7% y son aquellos hombres que pagan porque desean sexo puro y duro, sin implicaciones sentimentales, sin compromisos, sin derivaciones ni consecuencias afectivas. Para este tipo de hombres, las mujeres son fundamentalmente cosas, como cualquier otro tipo de bien, producto o servicio que se pueda consumir. Básicamente, son instrumentos para obtener el placer sexual. Ven a las prostitutas como objetos que les proporcionan servicios sexuales, como meros bienes de consumo que les proporcionan la satisfacción que buscan. En opinión de Carmen Meneses, "son los que más mercantilizan el cuerpo de las mujeres".

 

3.- LOS BUSCADORES DE PAREJA: Este tercer grupo representa también algo más del 20% de los hombres españoles que recurren a los servicios de la prostitución. Se trata por lo general de varones solos, sin pareja (pueden ser solteros, divorciados, separados...), que acuden a los clubes de alterne en busca tanto de sexo como de compañía y que, de manera no deliberada, acaban estableciendo una relación afectiva profunda con una prostituta. "En algunos casos incluso terminan emparejándose con ella. Estas parejas suelen desembocar en violencia de género", advierte Meneses.

 

4.- LOS ARRIESGADOS: Este cuarto grupo lo constituyen dos de cada diez españoles que pagan por sexo (exactamente el 19,8%). La mayoría son hombres emparejados, que han normalizado completamente sus visitas a los clubes de alterne. Pero se trata de hombres que, además de sexo, se ven atraídos por el riesgo, por el peligro. "Demandan sexo sin protección, sin preservativos, y acompañado muchas veces de cocaína", subraya Carmen Meneses, quien añade que "son muy peligrosos, ya que pueden transmitir enfermedades de transmisión sexual a sus parejas". 

 

5.- LOS PERSONALIZADORES: Este quinto grupo lo integran los hombres que además de sexo buscan compañía, alguien que les escuche. Normalmente no poseen en su entorno personas de confianza con las que puedan hablar de ciertos asuntos, y acuden a la figura de la prostituta con tal fin. En opinión de Meneses, buscan "una psicóloga, además de una prostituta". Entran en esta categoría, según el estudio de referencia, el 12,6% del total de los varones españoles que pagan por mantener relaciones sexuales. 

 

6.- LOS AGRESORES: Se trata del grupo más peligroso. Esta categoría no se recoge en el estudio citado, pero es evidente que existe. En opinión de Irene Hernando: "Se trata de aquellos que recurren al sexo de pago para ejercer violencia sobre las prostitutas. Pero este perfil no emerge en las encuestas, ya que los hombres que son agresores no te dicen que lo son cuando les preguntas al respecto". Responden por tanto a un perfil de hombre violento e imprevisible, que busca descargar sobre la prostituta todas sus frustraciones y complejos. 

 

Continuaremos en siguientes entregas.

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21 diciembre 2020 1 21 /12 /diciembre /2020 00:00
Viñeta: Antonio Rodríguez (A 5 años del Acuerdo de París sobre el Clima)

Viñeta: Antonio Rodríguez (A 5 años del Acuerdo de París sobre el Clima)

Si a los viajeros que ocupaban las plazas más económicas del Titanic les hubieran preguntado por sus reivindicaciones unas horas antes del naufragio, seguramente hubieran planteado cuestiones relacionadas con la precariedad de sus camarotes, la comida o el trato discriminatorio recibido, pero ninguno habría podido exigir un cambio de rumbo para evitar la catástrofe. Sencillamente, no podrían haberlo hecho porque la información de la que disponían no les permitía conocer que el rumbo del barco había sido temerariamente determinado por la naviera y conducía a un naufragio que se cobraría muchas vidas

Fragmento de “La Gran Encrucijada”

CONCLUSIONES FINALES

 

Bien, llegados a este punto, donde hemos expuesto de forma profunda los fundamentos de los principales paradigmas donde se asientan tanto la filosofía como la política sobre el Buen Vivir (visión indigenista, decrecimiento, ecosocialismo, ecofeminismo, teoría del desarrollo a escala humana, animalismo...), es hora ya de encaminarnos hacia la recta final de esta ya extensa serie de artículos. Vamos a ir, entonces, recogiendo los mensajes fundamentales que hemos intentado difundir, para ir cerrando la serie a modo de corolario. Lo primero que hicimos, durante nuestros primeros artículos, fue presentar la magnitud y envergadura planetaria de la crisis eco-social que estamos sufriendo, presentándola como una crisis civilizatoria, es decir, no como una crisis unidimensional, sino como un verdadero fenómeno multidimensional que afecta a muchas facetas de nuestra civilización capitalista, hoy día absolutamente globalizada. Para ello, en primer lugar fuimos mostrando los graves efectos del cambio climático que ya se están manifestando, así como las demostraciones de que dichos cambios se deben a la actividad humana sobre la tierra. Hemos entrado ya en un "capitalismo de catástrofe", es decir, en una fase necropolítica, donde el Capitaloceno muestra su cara más terrorífica. La distopía que las bases del capitalismo están provocando se extienden a múltiples facetas no solo de la vida humana, sino que también son causantes de la depredación que se está llevando a cabo sobre el resto del entorno natural, y del conjunto de seres vivos. Después de analizar todas las manifestaciones del cambio climático en nuestros días, así como las previsiones para el futuro próximo, comenzamos a analizar también la crisis de materiales y de fuentes energéticas a la que también estamos sometidos, comenzando por el pico del petróleo como fuente de energía no renovable fundamental en nuestros tiempos, y continuando con el resto de energías fósiles y renovables, planteando las posibles alternativas, así como la imperiosa necesidad de reducir el consumo de las mismas, y de establecer transiciones energéticas justas para otro mundo posible. 

 

Como ya expusimos, en varias décadas el petróleo comenzará a escasear, y poco después el gas natural, del que aún quedan más reservas, y el carbón. Dicha carestía provocará una escalada en los precios de los combustibles que provocará graves desajustes y crisis paralelas, especialmente en aquellos países que no cuentan con recursos propios, o bien que basan su modelo económico en gran parte en la explotación de estos combustibles fósiles. Lo peor de todo, como ya hemos destacado, es que no existe ningún Plan B, ya que las energías alternativas, cuyo auge debe fomentarse mucho más por parte de los distintos gobiernos y organismos internacionales, no pueden compensar actualmente la capacidad energética de los recursos fósiles. Esta vez, por tanto, la crisis energética no será coyuntural sino estructural, debido a su propio agotamiento. En su momento, expusimos también hasta qué punto todo ello puede causar en el futuro enormes estallidos sociales, con el riesgo incluido de aumento de los ecofascismos, que provocarán enfrentamientos sociales a gran escala por la apropiación de los recursos. Esteban Mira nos dibuja un panorama desolador en este artículo, pero perfectamente previsible, del cual recojo un extracto a continuación: "A partir del año 2025 nos podemos encontrar con un mundo superpoblado, con más de 8.000 millones de habitantes, un ecosistema profundamente alterado, un cambio climático en plena vorágine y un capitalismo industrial en quiebra por falta de fuentes de energía baratas. Ello provocará a su vez un crecimiento generalizado del precio de los alimentos, que por otro lado ya ha comenzado, así como la escasez cada vez mayor de agua dulce de calidad. Crisis energética, cambio climático, colapso ecológico, derrumbe del sistema capitalista, hambrunas y migraciones a gran escala serán, si nada ni nadie lo remedia, inevitables. Los grandes ecosistemas del mundo serán cada vez más secos y estarán más expuestos a los incendios, al tiempo que grandes oleadas víricas harán estragos en la población. En medio de la crisis del capitalismo es posible que surjan regímenes totalitarios y que la democracia vaya perdiendo terreno progresivamente". Como decimos, se trata de un panorama perfectamente previsible, por lo tanto, lo que hemos de hacer es aceptar que sufriremos el colapso civilizatorio (algo ya inevitable a estas alturas), e intentar minimizarlo, migrando lo más rápido y pronto posible hacia otras coordenadas políticas, sociales, económicas y culturales. 

 

Para conseguir el traslado a estas nuevas coordenadas, nosotros hemos propuesto desde esta serie de artículos los postulados filosóficos y políticos del Buen Vivir, originalmente parte del paradigma de convivencia de los indígenas de América Latina, pero ya extrapolado al resto del mundo y completado con la aportación de otros paradigmas occidentales, por todo lo cual entendemos que es la multiplicidad de sus propuestas, y no una sola de ellas, la que puede minimizar los efectos del colapso y hacernos cambiar hacia otras coordenadas civilizatorias más justas y sostenibles. El plano cultural es en este punto fundamental, pues es imprescindible dejar de creer en determinados dogmas culturales que la llamada Modernidad y sobre todo la civilización capitalista globalizada nos han impuesto, tales como la fe ciega en la tecno-ciencia, es decir, la creencia fanática de que los avances tecnológicos solucionarán todos los problemas del presente y los que se puedan presentar en el futuro. Hemos de abandonar la visión hedonista e insolidaria del mundo actual, dejar de adorar los supremos valores del individualismo y la competitividad, para comenzar a abrazar los valores de la ayuda mutua, de la solidaridad, de la justicia social y ambiental, de la igualdad, de la cooperación y de la frugalidad, para que nuestros esquemas mentales sean coherentes con nuestras prácticas políticas. De la concienciación de todos depende que el cambio sea más o menos traumático. Si pretendemos sobrevivir al abismo civilizatorio, el capitalismo debe ser desterrado, activamente o de forma subrepticia, es decir, migrando colectivamente a otros modos de pensar, de producir y de consumir. En esencia, a otros modos de vivir. Y ello porque el capitalismo, lejos de implosionar debido a sus contradicciones internas, se está reconfigurando y continúa su búsqueda implacable de nuevos mecanismos para seguir incrementando su tasa de ganancia hasta exprimir la última gota de sangre a la humanidad, a los animales y al planeta. Todo puede ser mercantilizado. Todo se convierte en una "oportunidad" para nuevos negocios. Los desastres naturales, la especulación financiera, el militarismo, la trata de mujeres y niños, los mal llamados "servicios ambientales" de los bosques, el agua...No existen límites para el capitalismo, un sistema sin piedad, sin honor y sin ética. 

 

La sobreexplotación, el sobreconsumo y el derroche son los principales motores de este sistema que requiere de la falacia del "crecimiento sin límites" en un planeta finito, ignorando los límites biogeofísicos del mismo. El aumento de las desigualdades y la destrucción de los ciclos vitales de la Naturaleza son su legado. Y con ellos, la aniquilación de todas las formas de vida. Pero el capitalismo no es el único gran puntal que hay que superar, porque en realidad estamos amenazados por el tipo de civilización capitalista-patriarcal-colonialista-desarrollista-extractivista-antropocéntica que hemos creado durante los últimos siglos. El Buen Vivir, como hemos venido exponiendo profundamente, nos invita a superar todos los cimientos de esta perversa civilización, que nos conduce ya al precipicio. El Buen Vivir nos insta a descolonizarnos de todos estos valores, desmantelando dichos sistemas políticos, económicos, sociales, culturales y mentales que imperan de forma hegemónica, gozando del sustento de la mayoría de las comunidades del planeta. Pero como tantas veces hemos repetido durante esta ya extensa serie de artículos, el Buen Vivir no es un tratado definido, sino un concepto en continua construcción y debate. El Buen Vivir no es un conjunto de recetas culturales, sociales, ambientales y económicas, sino una mezcla compleja y dinámica que abarca desde una concepción filosófica del tiempo y el espacio hasta una cosmovisión sobre la relación entre los seres humanos y la Naturaleza. Como puntales fundamentales para el cambio hacia otro modelo alternativo de sociedad bajo los parámetros más generales posibles del Buen Vivir, que bien pudieran adaptarse a cualquier país, nación, Estado o comunidad, podríamos establecer los siguientes (propuestas tomadas del Seminario de Economía Crítica Taifa):

 

1.- UN RÉGIMEN DE PRODUCCIÓN COMUNITARIO: Que no explote a las personas ni a los animales, ni derroche recursos del sistema. Un sistema que potencie el valor de uso en la producción y la desmercantilización de la Naturaleza. Se ha de comprender que la justicia es más importante que el crecimiento, la eficacia y la eficiencia. 

 

2.- UN RÉGIMEN DE PROPIEDAD COLECTIVO: Que deje de alabar el sacrosanto concepto de la "propiedad privada", y comience a pensar de forma comunal, y en función de los valores de uso, y no de los valores de cambio. 

 

3.- UN SISTEMA DE DISTRIBUCIÓN EQUITATIVO: Que el acceso a los bienes que satisfacen las necesidades básicas esté asegurado, aunque no se trabaje. No se puede tolerar la pobreza. Todos tenemos derecho a vivir dignamente, independientemente de nuestras circunstancias personales, laborales, familiares, etc. 

 

4.- QUE LOS PROCESOS DE TRANSFORMACIÓN SE INICIEN DESDE LA BASE: Es decir, de abajo hacia arriba. Ello implica que la gestión del poder sea horizontal, igualitaria, participativa, abierta, democrática, plural y no jerárquica. 

 

5.- UN SISTEMA DE VALORES BASADO EN EL BIEN COMÚN: Que el sistema de afectos y valores proponga, potencie y gire en torno al bien común. El bienestar social y colectivo debe ser prioritario sobre el bienestar individual, aunque éste también sea importante. 

 

Continuaremos en siguientes entregas.

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18 diciembre 2020 5 18 /12 /diciembre /2020 00:00
Viñeta: Hassan Karimzadeh

Viñeta: Hassan Karimzadeh

Europa está en el origen del conflicto saharaui-marroquí, toda vez que España aún no asume sus obligaciones de potencia colonizadora y administradora del Sahara Occidental en la descolonización del territorio. Europa, es responsable de la persistencia de este conflicto, habida cuenta que dos países, como Francia y España, han apoyado y apoyan por medios económicos, diplomáticos y con armamento, un proyecto expansionista y de agresión. Europa es responsable del sufrimiento del pueblo saharaui, mientras Francia y España, promueven acuerdos, incluidos los de empresas, que violan lo establecido por el propio Tribunal de Justicia Europeo y alientan al régimen marroquí, a persistir en su desafiante política a la legalidad internacional; ...

Brahim Gali (Presidente de la República Saharaui y Secretario General del Frente Polisario)

...a violar los derechos humanos, a expoliar y a excluir a los saharauis de sus recursos naturales, así como, por su contribución a la permanencia en una situación de división: entre población refugiada y población sometida a la represión y al bloque, bajo la ocupación

Brahim Gali (Presidente de la República Saharaui y Secretario General del Frente Polisario)

En la primera entrega de la serie hicimos un somero repaso histórico al conflicto político del Sáhara Occidental, que vuelve a estar en primer plano del candelero informativo, debido a los últimos acontecimientos de las pasadas semanas (en particular, el reconocimiento por parte de Donald Trump de la soberanía marroquí sobre el Sáhara, haciendo gala de nuevo de su absoluto desprecio hacia el derecho internacional y los derechos humanos). Diego Hidalgo Morgado escribió un artículo para el medio digital Rebelion donde explica algunos asuntos, y a él nos referiremos a continuación. Explica Hidalgo Morgado: "Las declaraciones y actos del régimen marroquí muestran cómo funciona la lucha de poder en la comunidad internacional y sus resquicios antidemocráticos, para evitar que contra ese poder pueda oponerse la verdad de los oprimidos por su injusticia. Y resulta increíble que, con todas las resoluciones que existen en la ONU, ahora del TJUE, de los informes y denuncias que demuestran torturas, desapariciones, una invasión ilegítima, la responsabilidad de España, el incumplimiento de Tratados Internacionales de todo tipo y sobre todo de Derechos Humanos, la falta de garantías judiciales para los saharauis en el sistema judicial no independiente de Marruecos, la mitad del pueblo saharaui viviendo décadas en campos de refugiados, el vergonzoso muro lleno de minas antipersonas...Es increíble que a pesar de todas estas verdades probadas, la "comunidad internacional" siga siendo un espacio donde el poder despótico (no solo del régimen de Marruecos, sino de las élites cómplices que gobiernan países que le cubren como España, Francia o USA) pueda seguir impidiendo que esa verdad se le imponga y se logre la justicia". Como podemos comprobar, y ya adelantamos desde nuestra primera entrega, es un conflicto que tiene bastantes puntos de contacto (salvando el resto de diferencias) con el conflicto palestino-israelí (precisamente, la contrapartida exigida por Trump para reconocer la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara ha sido que el régimen marroquí restablezca relaciones diplomáticas con Israel, como ya vienen haciendo otros países árabes últimamente).

 

¿Qué puntos tienen en común el conflicto saharaui y el conflicto palestino? Básicamente, el despotismo de los pueblos fuertes y desalmados contra los pueblos débiles y oprimidos, con la complicidad de esa "comunidad internacional" que lo tolera y lo ampara. En efecto, el Reino de Marruecos lleva décadas ejerciendo su ocupación ilegal y violenta contra el pueblo saharaui, con métodos de represión violentos e ilegales, con un aumento de las expulsiones de observadores internacionales sobre el terreno, y con un despliegue falaz de presión internacional para que la voz del pueblo saharaui no sea escuchada, no sea tenida en cuenta, y para que se desoiga antidemocráticamente las resoluciones de tribunales y organismos internacionales competentes, que en infinidad de ocasiones se han pronunciado denunciando que el Sáhara Occidental es un territorio por descolonizar, y que es España (y no Marruecos) como potencia administradora, la que debe organizar allí un referéndum de autodeterminación. Pero a España le ha convenido más desde todos los frentes estar "a buenas" con el vecino marroquí, que enfrentarse a él por defender a un pueblo indefenso que solo lucha por su futuro. Así llevamos cuatro décadas. Cuatro décadas con la injusticia triunfando, cuatro décadas con un pueblo oprimido, y cuatro décadas de "amistad" con un régimen opresor y déspota como Marruecos, sobre una ex colonia que la España del agonizante régimen franquista dejó abandonada a su suerte ante el peligroso escenario que se avecinaba. Durante estas cuatro décadas hemos podido comprobar la dura realidad de la lucha del pueblo saharaui y la solidaridad de los observadores internacionales contra las violaciones de Derechos Humanos del régimen marroquí, ayudado por la complicidad de varios grandes actores de la escena internacional culpables de tolerar esta situación. Una injusticia más de nuestro mundo de hoy. Una violación más del respeto que se le debe a los pueblos. Una complicidad más con los regímenes violentos y opresores. Un desprecio más al Derecho Internacional. Una burla más a la justicia y a la verdad, porque esa "comunidad internacional" y las instituciones que las representan aún funcionan bajo la lógica que solo permite la victoria del poder sin verdad, es decir, la victoria para el poder y por el poder. Solo en pequeños espacios de esas instituciones internacionales se puede lograr la victoria por la verdad. El Sáhara Occidental aún está pendiente de ello. 

 

Es precisamente esa lucha por la verdad y contra la dominación, la que debe inspirarnos en todos estos conflictos, de los cuales el Sáhara Occidental es un claro ejemplo. Es a través de la lucha por la verdad de muchos pueblos y colectivos, contra los grandes poderes despóticos, como se logra asentar la legitimidad y construir los mecanismos que den prioridad a la verdad antes que al poder en la resolución de conflictos políticos. Y la verdad, aquí, es bien simple: se trata de reconocer la identidad y la lucha por la emancipación del pueblo saharaui, en contra de los poderosos intereses de todo tipo (políticos, económicos, diplomáticos...) que el régimen déspota de Marruecos instala en la región. En este caso, los mecanismos de ese poder sin verdad que despliega Marruecos son muy amplios: en primer lugar, tenemos la compra de cómplices, mediante negociaciones, contrapartidas, chantajes y amenazas. El pueblo saharaui nunca ha tenido voz en dichos mecanismos. El régimen de Marruecos explota en su beneficio la existencia de mecanismos antidemocráticos de los que aún se compone la comunidad internacional. A través de ellos consigue vergonzosas prerrogativas, como el Tratado de explotación de los recursos del Sáhara que aceptaron firmar las instituciones de la Unión Europea en 2016. Todas estas "ventajas" no hacen sino incrementar la fuerza moral de la potencia ocupante, en este caso Marruecos, en que lo que está haciendo está siendo "respaldado" por otros actores, que le conceden legitimidad, lo cual ayuda a reforzar su postura. Y como explica Diego Hidalgo en el artículo de referencia: "Por otro lado, actúa con fuerza para bloquear los mecanismos que permiten que a ese poder sin verdad pueda oponérsele la verdad de aquellos a los que oprime. Quizá el ejemplo clave sea cómo impide la monitorización sobre derechos humanos de la MINURSO en los territorios ocupados" (la MINURSO es la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental establecida en 1991, y tiene su sede central en El Aiún). Es decir, por un lado conseguir pequeñas "victorias" que legitimen sus perversas actividades, y por otro lado impedir que la parte oprimida pueda igualmente plantear sus intereses. 

 

De hecho, hemos llamado a esta serie de artículos "El Régimen del Terror y del Silencio", lo que apostilla Diego Hidalgo en los siguientes términos: "Además, como todo poder sin verdad necesita imponer el silencio: con auténticas campañas de detenciones de periodistas y activistas saharauis, y desapariciones y torturas, campañas de expulsión de observadores internacionales de derechos humanos y periodistas, amenazas, castigos a cualquier disidencia...La monarquía marroquí ha llegado incluso a impedir el acceso a los territorios ocupados de Misiones Especiales de organismos internacionales, y ha logrado bloquear la publicación de un informe de una Misión de la ONU del año 2006. Silencio. El objetivo del régimen de Marruecos es puro silencio: impedir el pronunciamiento del pueblo saharaui en un referéndum ordenado por la ONU que Marruecos bloquea desde hace décadas". Régimen del terror y régimen del silencio, ambos actuando de forma coordinada, para conseguir su perverso fin. También busca y logra el silencio en otros países, y en la opinión pública mundial. La causa saharaui queda, de esta forma, enterrada, sepultada y hundida. No se ve, no se oye, y aquello que no se ve ni se oye, simplemente, no existe. Nuestro país, España, es un actor fundamental en el conflicto, como venimos sosteniendo, pero sin embargo, háganse los lectores y lectoras las siguientes preguntas: ¿es noticia de los informativos el pueblo saharaui y sus condiciones de vida? ¿Se habla de la responsabilidad española? ¿Se culpa a las autoridades españolas del destino de dicho pueblo y de su actual ocupación? Más bien no, aunque sí se habla mucho de nuestra "amistad" con el Reino de Marruecos. En concreto, nuestras élites políticas (salvo alguna honrosa excepción) jamás han hablado de nuestras obligaciones para con el Sáhara Occidental, y mantienen en secreto el texto de los Acuerdos de Madrid. Silencio así mismo en los grandes medios de comunicación dominantes, aquellos medios amigos de las élites económicas y políticas españolas. De hecho, muchas personas que conocen por primera vez los verdaderos entresijos del conflicto y la auténtica responsabilidad de España, se quedan más bien asombrados, pues nunca lo han llegado a conocer correctamente. 

 

Terror y silencio. Silencio y terror. Indignidad de la comunidad internacional, como en tantos otros asuntos, y un pueblo abandonado desde hace décadas al albur de los designios de una potencia ocupante de facto, a la que no le tiembla el pulso en reprimir cualquier conato de protesta o rebelión. La lucha del pueblo saharaui es la lucha por la verdad, es la lucha contra el silencio, y por tanto requiere testimonio en vez de silencio, requiere eco internacional en vez de ocultación, requiere denuncia en vez de aquiescencia, requiere activismo en vez de equidistancia, requiere protesta en vez de aceptación. Requiere, sobre todo, solidaridad con un pueblo oprimido que lleva mucho tiempo luchando por sus derechos y por su autodeterminación, por dignificar su identidad y por caminar libremente hacia su futuro. Solo la valentía, la justicia y la democracia podrán ganar esta batalla. Es una batalla que requiere la presión internacional y no solo de ONG, sino de organismos, países y Estados verdaderamente comprometidos con la justicia y el Derecho Internacional. Basta ya de complicidad explotadora de las élites de las grandes potencias mundiales, que juegan con los intereses de los pueblos a su conveniencia, ignorando los tratados, convenios y marcos del derecho internacional. Basta ya de bailarles el agua a los despóticos gobiernos que masacran a su antojo a los pueblos que liberan sus grandes luchas por la justicia, la verdad y la emancipación. Hace falta el reconocimiento de la impresionante lucha del pueblo saharaui, llena de valor, compromiso y dignidad, para oponerse a la opresión, alzarse ante ella, rebelarse públicamente, soportar todo tipo de fechorías, y continuar reclamando sus derechos como pueblo sojuzgado, ignorado y silenciado. Hace falta deconstruir los silencios, derribar los muros, hacer eco de las protestas, denunciar el trato injusto al pueblo saharaui en todos los foros mundiales, y enfrentarse con todas las consecuencias a los regímenes opresores que imponen su crueldad y su vasallaje al resto de pueblos hermanos de la tierra. Pongamos un fuerte altavoz al pueblo saharaui, denunciemos los abusos y las injusticias que se cometen contra él, pero hagámoslo hasta el final, con todas las implicaciones, con todas las consecuencias. Basta de cobardías y de aberrantes complicidades con los opresores. Continuaremos en siguientes entregas.

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16 diciembre 2020 3 16 /12 /diciembre /2020 00:00

Como una superviviente de la prostitución respondió a la afirmación de que la prostitución no es ni mejor, ni peor que darles vueltas a las hamburguesas en un McDonald’s: “En el McDonald’s tú no eres la carne; en la prostitución tú eres la carne”. El término “trabajadora sexual” es un arma retórica en la normalización de la prostitución

Rachel Moran

Tomaremos como referencia para esta entrega, por su estupenda exposición, este artículo de Ignacio Aiestaran para el medio digital Rebelion (que ya referenciamos en nuestra entrega anterior), del cual hemos recogido incluso su misma cita de entradilla. Bien, en primer lugar, Aiestaran expone hasta diez razones por las cuales la prostitución no puede ser normalizada ni regularizada. Algunas de ellas ya las hemos comentado en anteriores entregas, pero siempre se aportan visiones, argumentos y perspectivas nuevas. Vamos a ellas: 

 

1.- En todo trabajo asalariado hay explotación, pero la explotación sexual no es un trabajo más, en contra de la propaganda que pretende normalizarla y regularizarla. La explotación sexual se asemeja más a las condiciones de esclavitud que a un trabajo. En un trabajo asalariado hay un centro de trabajo, pero en la explotación sexual el propio cuerpo de la víctima es el centro de trabajo, lo cual marca una diferencia absoluta. Por eso, hablar de "trabajo sexual" es incorrecto y resulta más apropiado hablar de explotación sexual, sin idealizaciones, ni eufemismos para denominar su carácter invasivo y abusivo. 

 

2.- La explotación sexual se asemeja a otras explotaciones que son inadmisibles, por mucho que haya consentimiento de la víctima o un contrato voluntario. Por ejemplo, hay actividades invasivas, como la explotación reproductiva (vientres de alquiler o gestación subrogada) y la explotación quirúrgica (extracción y venta de órganos), que no resultan admisibles, por mucho que la víctima firme su consentimiento y reciba compensación económica por ello. En la explotación sexual ocurre otro tanto. En la explotación sexual, la reproductiva y la quirúrgica es el propio cuerpo la medida de la explotación y por eso estas explotaciones invasivas resultan ser prácticas perjudiciales y totalmente abusivas, si no ilícitas.

 

3.- Otro factor que impide que la explotación sexual sea un trabajo normalizado es que, como a veces han expresado los tribunales, si se acepta como un empleo más, se admite entonces que puedan existir contratos de trabajo donde no haya libertad sexual. Este es un derecho laboral básico que no se puede suprimir. Ningún empresario tiene derecho a decidir sobre la libertad sexual de sus empleados o empleadas, ni tiene tampoco derecho a incluir ninguna cláusula contractual en la que la persona explotada tenga que renunciar a su libertad sexual. Hacerlo así sería retroceder de forma brutal en derechos. La libertad sexual nunca se puede ver limitada, ni afectada por un contrato de trabajo. 

 

4.- No se puede romantizar la explotación sexual como una actividad laboral más. Ignacio Aiestaran lo expresa en los siguientes términos: "Una actividad de felaciones y penetraciones impuestas no tiene encaje siquiera en los servicios públicos de empleo de las economías capitalistas. En el 2013 una agencia de empleo de Augsburgo le ofreció a una joven que solo tenía 19 años un puesto de trabajo en un burdel de la ciudad. Cuando la oferta salió a la luz pública, el servicio de empleo tuvo que disculparse. ¿De verdad deseamos un mercado laboral inundado de ofertas y anuncios de explotación sexual? ¿Ese es todo el futuro que se les ofrece a las adolescentes y mujeres jóvenes sin empleo? Si un día se consiguiese acabar con el capitalismo y se alcanzase un sistema económico justo, algunos de los actuales oficios podrían pasar perfectamente a ese nuevo tipo de organización de la sociedad, pero, desde luego, la explotación sexual no tendría cabida en él".

 

5.- El derecho a la sindicación es básico en la actividad laboral. En la explotación sexual, sin embargo, no puede haber sindicatos. Para que haya sindicatos es necesario reconocer una patronal empresarial, pero no puede haber un empresario o un jefe en este tipo de explotación, porque eso sería tanto como dar reconocimiento y cobertura al proxenetismo, lo cual además constituye un delito. Este fue el motivo principal por el que la Audiencia Nacional de España impidió en 2018 que la organización OTRAS se constituyera en sindicato, porque, de haberse aprobado sus estatutos, se hubiera amparado el proxenetismo directamente. Y añade Aistaran: "Que una parte del activismo feminista más mediático, desde Silvia Federici y Rita Laura Segato hasta Nancy Fraser, hiciese campaña por la legalización de esos estatutos que dejaban espacio para el proxenetismo es representativo de la romantización de la explotación sexual realmente existente". 

 

6.- Nunca deberíamos olvidar que la explotación sexual rompe todo principio de igualdad, sobre todo entre hombres y mujeres, teniendo en cuenta que sus víctimas mayoritariamente son mujeres vulnerables, empobrecidas y necesitadas económicamente. Este tipo de explotación rompe cualquier principio de solidaridad y justicia en igualdad, aunque se quiera disfrazar como un trabajo y un consumo más. Lo resumió perfectamente Alexandra Kollontay en su informe sobre las mujeres y cómo combatir la prostitución de 1921: "La prostitución destruye la igualdad, la solidaridad y el compañerismo de las dos mitades de la clase obrera. Un hombre que compra los favores de una mujer no la ve como una camarada o como una persona con iguales derechos". La explotación sexual y su consumo contribuyen al desclasamiento y a la división de la clase explotada y desposeída. 

 

7.- Un argumento típico que emplean quienes quieren normalizar la explotación sexual es que la prostitución siempre ha existido, que es "el oficio más viejo del mundo" (y otras expresiones por el estilo), y que nunca se va a erradicar, como si fuese un hecho natural del mundo. Tiene mucho que ver con la gente que "describe" las maldades del mundo para intentar convencer de que "es lo que hay", cuando en realidad están encubriendo que simpatizan con ellas. Es el mismo argumento que empleaban los esclavistas algodoneros para poseer esclavos y esclavas en sus plantaciones, con el fin de naturalizar y normalizar la peor opresión y explotación. Pero no hay que dejarse engañar: que una práctica abusiva tenga muchos siglos de historia no quiere decir que sea natural, o que no pueda ser cambiada, o que tengamos que seguir aceptándola porque haya existido durante mucho tiempo. Cada derecho nuevo siempre ha sido conquistado contra prácticas abusivas que en el pasado se consideraron naturales e inalterables. 

 

8.- Unido al punto anterior, hay personas, especialmente hombres, que quieren justificar la explotación sexual como una necesidad masculina. Es cierto que los seres humanos tenemos necesidades sexuales (tanto hombres como mujeres), pero afirmar que la satisfacción de esas necesidades pasa por legitimar la explotación de otras personas, especialmente mujeres, es una forma abusiva y opresora a todas luces, que rompe con cualquier principio de igualdad y que además se adentra peligrosamente en el terreno de la cultura de la violación, porque presenta a la persona que utiliza sexualmente a otra como alguien que no tiene más remedio que hacer lo que hace, como si no pudiera controlar o suprimir el deseo de posesión y dominio. Una perspectiva ciertamente muy peligrosa. 

 

9.- El lobby de la prostitución y de su entramado empresarial quiere vender la idea de que existe una explotación sexual buena (la prostitución) y otra mala (la trata de personas con fines sexuales). Pero en realidad, esto es otra falacia. No existe una explotación buena y otra mala. Todo tipo de explotación sexual es violenta por sí misma y vulnera derechos fundamentales, como la libertad sexual. De todos modos, sí que es cierto que la trata de personas (con todo su entramado criminal y mafioso) resulta más cruel, porque en ella concurren delitos tan graves como el secuestro y la "venta" de personas. Por otro lado, es cada vez más frecuente que la prostitución realmente existente (no la romantizada en películas como por ejemplo Pretty Woman) se vea unida a la trata de personas, porque el proxenetismo desplegado por estas mafias se expande mucho más violentamente, sobre todo allí donde los Estados y las autoridades poseen políticas más permisivas, hacen la vista gorda, no poseen medios para luchar contra ellas, o simplemente lo toleran cada día con hipocresía y cinismo. 

 

10.- Por último, como décimo punto, tenemos que señalar un aspecto fundamental: la hipocresía y el cinismo de nuestras Administraciones, tanto locales, como nacionales, supranacionales e internacionales. Como venimos afirmando, la abolición de la prostitución implica luchar contra estas poderosas organizaciones mafiosas que secuestran y trafican con las mujeres, las esclavizan, las prostituyen y las amenazan continuamente. Para ello hacen falta medios, evidentemente, pero también hace falta otra cosa: valentía y ausencia de cinismo, que se traduce en estos casos en complicidad. Porque en cuanto se trata de alterar las estructuras del capital que permiten la explotación y abolirlas, normalmente los gobiernos y las instituciones ya se echan atrás de forma cobarde, y comienzan a argüir absurdas razones, exponiéndolo todo como algo "muy complicado". Nunca hemos dicho que abolir la prostitución sea una tarea fácil, ni lo afirmaremos jamás, pero si nos quedamos en esa postura pasiva, es seguro que jamás se abolirá. Ignacio Aiestaran lo ejemplifica en los siguientes términos: "Un buen ejemplo de esta hipocresía progresista la tenemos también en la Unión Europea, que cada año celebra el 8 de marzo para reivindicar la igualdad entre hombres y mujeres, pero al mismo tiempo desde el 2013 impone el Sistema Europeo de Cuentas Nacionales, que obliga a sus Estados a incluir en el cálculo del Producto Interior Bruto actividades fuera de la ley como la explotación sexual, el tráfico de armas y el tráfico de drogas. En el capitalismo todo cuenta como productividad y riqueza, incluidas las actividades más destructivas, legales o ilegales". 

 

En efecto, la lucha por la abolición de la prostitución es una tarea titánica, pero precisamente por la gravedad de los derechos contra los que atenta, es absolutamente imprescindible que los Gobiernos, los Estados y los organismos internacionales aúnen esfuerzos, aumenten medios y dedicación, y contribuyan a su erradicación, en vez de practicar estas políticas contradictorias, tibias y cobardes, que al final únicamente consiguen reforzar al sector de las "empresas" que se enriquecen con la explotación sexual, así como empoderar cada día más a estas extensas y peligrosas redes mafiosas que despliegan su deleznable actividad por todo el mundo. Por eso la postura abolicionista es vista como "muy complicada", porque necesita grandes dosis de valentía para enfrentarla. Continuaremos en siguientes entregas.

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14 diciembre 2020 1 14 /12 /diciembre /2020 00:00
Filosofía y Política del Buen Vivir (118)

Todos los seres vivos tienen derechos. Incluso los seres vivos más sencillos, radicalmente desprovistos de subjetividad y conciencia, pueden vivir bien o mal: vivir bien, para uno de estos seres, será poder realizar óptimamente sus funciones vitales en un medio ambiente adecuado (…) Todos los seres vivos son pacientes morales que poseen un bien propio, un conjunto específico de capacidades, vulnerabilidades y condiciones de florecimiento que definen lo que para ellos es una buena vida

Jorge Riechmann

Estamos viendo hasta qué punto el Animalismo, entendido básicamente como una filosofía (y una política, pues ambas van también unidas) de comprensión y acercamiento al mundo animal, de armonía, respeto y compasión hacia el mundo animal, es absolutamente imprescindible bajo los marcos del Buen Vivir. Hemos de superar el "tradicionalismo" a que constantemente se refieren quienes pretenden perpetuar sus bárbaras prácticas, pero también hemos de incorporar el Animalismo como una más de las disciplinas que se unen al corpus teórico y práctico de la izquierda, al igual que el Pacifismo, el Ecofeminismo, el Ecosocialismo, el Decrecimiento, etc. En el fondo, como tantas veces hemos insistido en esta serie de artículos, se trata de una lucha encarnizada contra el feroz antropocentrismo que todo lo domina, y que se proyecta igualmente en esta sociedad capitalista, patriarcal, desarrollista y explotadora de todas las formas de vida. Y es que "para la izquierda clásica, los animales han sido considerados como meras unidades de producción, mientras que la derecha mantiene un distanciamiento antropocéntrico con raíces teocráticas, donde los animales han sido meros recursos con los que satisfacer y vanagloriarse de su posición como centro de la Creación; de ese modo, abusando de los animales, recalcan y refuerzan su idea de superioridad de origen divino", como nos explica Luis Víctor Moreno Barbieri, Vicepresidente de PACMA, en este artículo para el medio digital Contrainformacion. Y continúa: "Manteniéndonos al margen de esas caducas corrientes ideológicas, avanza imparable una nueva manera de comprender la realidad, en la que incluimos a los animales en nuestro círculo de consideración moral, en una forma evolucionada de relacionarnos con la naturaleza y con el resto de habitantes con los que convivimos en este planeta. Incluimos el respeto a sus derechos y consideramos los intereses de los animales en una nueva corriente política que no está adscrita a ninguna ideología anterior y que marca una diferencia y una Re-Evolución del pensamiento". Hoy día, la cosificación y explotación animal no tiene límites. Es por ahí por donde debemos comenzar, justamente por abolirla. 

 

Como nos explica Nuria Menéndez, Abogada y Directora del Observatorio Justicia y Defensa Animal en este artículo: "El sistema de explotación animal es el infierno en la tierra. No hay humanidad ni contemplaciones, solo kilos, litros y cifras económicas. Para estos seres esclavizados que se cuentan por billones nada de lo que les espera en su corta vida va a ser dulce o amable. Ni la muerte que pondrá fin a su mísera existencia". La Revolución Animalista persigue en primer lugar esta Liberación Animal, esta descosificación de los animales por parte del hombre, y en segundo lugar, una contemplación, un estatus y un tratamiento armónico y justo con el resto de animales no humanos que habitan la Tierra. Nuria Menéndez califica el trato que damos a los animales como "pandemia ética global", calificación con la que estamos muy de acuerdo. Tenemos que desandar parte de la historia de la humanidad, ya que la cosificación animal comenzó cuando nuestra relación con los animales dejó de ser simbiótica y se volvió parasitaria. Pero es que además, existe una clara y estrecha relación entre el bienestar animal y el cuidado medioambiental, o si se prefiere, el propio bienestar de la Naturaleza y del planeta. Veamos: muchos animales salvajes son explotados con objetivos de comercialización (pieles, colmillos, etc.). Pues bien, además del propio perjuicio animal, mediante estas prácticas también se daña al medio natural, pues éste es parte de un ecosistema y en el mismo, cada especie ejerce un rol determinado. Entonces, como resultado de estas prácticas humanas agresivas, se genera una pérdida de biodiversidad, hecho que impide el mantenimiento de un planeta saludable, rico y equilibrado. El bienestar animal se asocia de esta forma a un concepto holístico dado que comprende lo social y lo natural. Cuando atentamos contra el bienestar de los animales, en verdad estamos atentando contra el bienestar de todo y de todos. El mantenimiento de la biodiversidad es un aspecto sumamente importante para conservar los equilibrios naturales, y el hecho es que la acción humana la está alterando gravemente. En este artículo de Damian Carrington (editor de la sección de Medio Ambiente del diario The Guardian) para el medio digital Sin Permiso, que vamos a tomar como referencia, se da cuenta de que la humanidad ha eliminado a más del 60% de los animales (mamíferos, aves, peces y reptiles) desde el año 1970. 

 

Dicho artículo se basa en un Informe elaborado por 59 científicos para la organización WWF, donde los autores recalcan que dicha pérdida no es solamente una tragedia en sí misma, sino que también amenaza la propia supervivencia de nuestra civilización humana. El informe señala que el vasto y creciente consumo de comida y recursos por parte de la población global está destruyendo las redes de vida y destruyendo miles de millones de años de actividad, de la que la propia sociedad humana depende en última instancia para el aire limpio, el agua y los nutrientes. Según Mike Barret, Director Ejecutivo de Ciencia y Conservación de WWF: "Somos sonámbulos hacia el borde del abismo (...) Si fuera un 60% de la población humana, sería equivalente a destruir la totalidad de Norteamérica, Sudamérica, África, Europa, China y Oceanía. Esta es la escala de lo que hemos hecho". Algunos científicos predicen que incluso si esta destrucción masiva se detuviese hoy mismo, tomaría de 5 a 7 millones de años al mundo natural para recuperarse de tanta aniquilación, y volver a restaurar los equilibrios perdidos, así como la riqueza natural existente antes del comienzo de esta Sexta Extinción. El Índice Planeta Vivo, realizado por WWF para la Sociedad Zoológica de Londres, maneja datos de 16.704 poblaciones de mamíferos, aves, peces, reptiles y anfibios, representando en total más de 4.000 especies, para registrar el declive progresivo de la vida salvaje provocada por la acción humana. Entre 1970 y 2014, los últimos datos disponibles, dichas poblaciones cayeron en un promedio del 60%. Cuatro años antes, el declive fue del 52%. El Profesor Bob Watson, uno de los científicos del medio ambiente más eminentes del mundo, y actualmente Presidente de un Panel Intergubernamental sobre Biodiversidad, ha afirmado lo siguiente: "La naturaleza contribuye al bienestar cultural y espiritual humano, así como a través de la producción de comida, agua limpia y energía, y a través de la regulación del clima terrestre, contaminación, polinización e inundaciones (...) El Planeta Vivo reporta claramente manifestaciones de que las actividades humanas están destruyendo la naturaleza a un ritmo inaceptable, amenazando el bienestar de las generaciones presentes y futuras". 

 

La principal causa de pérdidas de vida silvestre es la destrucción de los hábitats naturales, muchos de ellos para crear plantaciones. Esto provoca el éxodo de animales desde su hábitat original en busca de otros, muchas veces provocando numerosos peligros para ellos en dicha búsqueda. Tres cuartas partes de toda la tierra del planeta están ahora significativamente afectadas por las actividades humanas, en mayor o menor grado. Matar para comida es la siguiente gran causa (300 especies de mamíferos están siendo comidas por el ser humano hasta la extinción), mientras que los océanos son masivamente sobrepescados, con más de la mitad en la actualidad siendo pescados industrialmente. La destrucción forestal, la caza indiscriminada, los vertidos contaminantes de las grandes empresas, la destrucción de ríos y lagos, etc., son las causas principales de extinción de muchas especies: elefantes africanos, orangutanes, tiburones ballena, albatros errante, jaguar, gaviales (un tipo de cocodrilo), salamandra china gigante, erizos, etc., son algunas de las especies que están siendo diezmadas brutalmente por todas estas causas mencionadas. Por su parte, la contaminación química y el comercio globalizado introducen nuevas enfermedades y especies invasivas en los ecosistemas, que alteran también los equilibrios naturales, provocan nuevos éxodos y disminuyen las poblaciones. Tanya Steele, Jefa Ejecutiva de WWF, ha sentenciado: "Somos la primera generación en conocer que estamos destruyendo nuestro planeta, y la última que puede hacer algo al respecto". Según este artículo de EcoPortal, la actividad humana pondrá en riesgo de extinción a 1.700 especies animales en el año 2070. No podemos permitirlo. Sería una destrucción de una magnitud absolutamente irreversible. Dicho riesgo de extinción será debido al expansivo uso de la tierra por parte de los humanos, que privan a los animales de cada vez más lugares donde vivir. Dentro de 50 años, según los científicos, el hábitat natural de algunas especies del planeta se verá reducido hasta en un 50%. Las zonas más afectadas para los animales serán el centro y el este de África, Mesoamérica, América del Sur y el sureste de Asia, debido sobre todo al desarrollo económico, al crecimiento demográfico esperado, y a los cambios en el uso de la tierra. La situación es, pues, ciertamente dramática. Otros modos de vida son y deben ser posibles. Han de ser posibles forzosamente si pretendemos no caer en el abismo civilizatorio, y el Animalismo es uno de los puntales que debemos preservar para ello. 

 

Y el Animalismo incluye también, como ya hemos citado en anteriores entregas, la actitud humana que debe desplegarse, en el sentido de intervenir en la naturaleza con objeto de ayudar a los animales no humanos. Por ejemplo (como ya se hace en algunos países, como India, Estados Unidos o Canadá), podemos distribuir comida a animales salvajes que se encuentren hambrientos debido a la escasez de recursos provocada por un clima extremo. El problema consiste en que estas actitudes no son generalizadas, sino que la ayuda normalmente se restringe a los animales que pertenecen a una especie amenazada, o solo se lleva a cabo si existe riesgo de que su aflicción se extienda a los humanos. Aquéllos que no satisfacen estas condiciones no reciben el mismo tratamiento y consideración, a pesar de experimentar los mismos niveles de sufrimiento. Pero como nos explican en este artículo para eldiario.es: "...la intensidad del sufrimiento de un individuo no depende del tamaño poblacional de su especie ni de los riesgos que suponga para otros seres sintientes. Así que no parece que existan razones que no sean arbitrarias para excluir a la mayoría de los animales de ser ayudados de esta forma y hacerlo cada vez que esté en nuestro poder prevenir o aliviar los daños que padecen". Como ya explicamos en alguna entrega anterior, es equivocada la visión idílica que muchas personas tienen sobre la vida de los animales salvajes, placentera y feliz. Y además, tampoco debemos pensar en ayudarles únicamente cuando su sufrimiento sea provocado por el ser humano, sino en ayudarles sin más, en sentido general, cuando lo necesiten. El mismo altruismo, consideración y empatía que desarrollamos con los humanos, hemos de desarrollarlo también hacia los animales. Todos ellos son seres sintientes, y nuestra consideración moral debe ser la misma, aunque establezcamos una especie de graduación en la valoración de unas vidas sobre otras cuando se presenten conflictos. En definitiva, el rechazo al Especismo, junto a la extensión de nuestro universo moral (para superar el Antropocentrismo), que ya hemos debatido en anteriores entregas, nos obliga a extender nuestra ayuda hasta incluir a todos los animales en situación de necesidad, tanto humanos como no humanos, tanto domésticos como salvajes. Continuaremos en siguientes entregas.

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11 diciembre 2020 5 11 /12 /diciembre /2020 00:00
Sáhara Occidental: el Régimen del Terror y del Silencio (I)

Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor

Desmond Tutu

Iniciamos aquí una nueva serie de artículos en la que, como su nombre indica, vamos a tratar de exponer la problemática del Sáhara Occidental, el origen del conflicto, su historia y situación actual. De entrada es un conflicto en el cual, como nos recuerda la cita de entradilla del gran líder sudafricano, la comunidad internacional viene siendo sorda y muda desde hace unas cuantas décadas, y por lo tanto, viene poniéndose del lado del opresor. Bien, hagamos siquiera un pequeño retrato histórico para poder ponernos en situación, y analizar en posteriores artículos los hechos con más calma. ¿Qué es el Sáhara Occidental? Situado en el noroeste del África, estamos hablando de uno de los lugares más hostiles e inhóspitos del planeta. Es por tanto un lugar sin interés geoestratégico para el resto del planeta, pero es objeto, como vamos a ver, de uno de los conflictos más largos y olvidados de la política internacional. Situado al sureste de Marruecos, estamos hablando de un territorio de una extensión comparable a la del Reino Unido, que cuenta con poco más de medio millón de habitantes. Se trata del pueblo saharaui, un pueblo nómada al que la dureza de su hábitat le obliga a moverse casi continuamente. Podríamos considerarlo como uno de los últimos grandes pueblos sin Estado que existen en el mundo. Como nos explica este interesante y didáctico vídeo de VisualPolitik que tomamos como referencia, el Sáhara fue durante siglos un simple lugar de tránsito entre Marruecos y Mali, por donde pasaban las caravanas dedicadas al comercio de la región. Cuando las rutas comerciales entre ambos países entraron en crisis, el Sáhara comenzó a ser una especie de tierra de nadie. A principios del siglo XVIII, el Imperio Español (todavía en auge en dicha época) comenzó a poner interés en este territorio por dos motivos principales: los caladeros de pesca de su costa, y la posibilidad de establecer puertos atlánticos más próximos al continente americano. En el año 1884 nuestro país reclamó como propio una parte mayor de dicho territorio, y años más tarde acordó con Francia el reparto del Sáhara, así como una nueva extensión de su área de influencia. Durante los años 30 del siglo XX, el Sáhara Occidental se convirtió de hecho en la última colonia española, y lo fue de facto hasta 1975, año de la muerte del dictador, y de la proclamación de Juan Carlos I como Rey de España. 

 

El régimen franquista estuvo interesado en mantener el Sáhara como colonia porque estaba convencido de que más tarde o más temprano iban a descubrir allí enormes riquezas ocultas. De hecho, tras el descubrimiento de algunos yacimientos de petróleo y fosfatos durante la década de los años 40, el régimen estableció una cooperación con algunas empresas de cara a su previsible explotación. Pero se trataba de recursos de muy difícil extracción, y la empresa quedó olvidada. Las minas de fosfato sí que supusieron un buen proyecto, y fueron explotadas durante las décadas de los 60 y los 70. Por aquél entonces, el Frente Polisario (movimiento de emancipación del pueblo saharaui) ya luchaba contra España por su autodeterminación. Las minas de fosfato fueron atacadas por este movimiento de liberación, por lo cual el proyecto también quedó torpedeado. En noviembre de 1975, el gobierno de Marruecos aprovechó la coyuntura: un convoy civil marroquí conocido como "La Marcha Verde", formado por unas 350.000 personas avanzó y ocupó el Sáhara Occidental. En nuestro país, con Franco muy grave y el proceso de la Transición en marcha, el Sáhara no era precisamente la mayor preocupación. El resultado fue que España abandonó a toda marcha todas nuestras posiciones en el Sáhara, que pasó a tener un nuevo ocupante. Marruecos no solo ocupó el Sáhara sino que se hizo con el control de la mina, que actualmente produce unas 30 millones de toneladas de fosfatos. Cada año, esta mina le proporciona a las arcas públicas marroquíes más de mil millones de dólares. A ello se suman los enormes caladeros de pesca saharauis. Desde entonces, el pueblo saharaui ha reclamado su independencia. La ocupación marroquí es una ocupación ilegal: a ojos de todos los tratados y convenios internacionales, incluso a ojos de las Naciones Unidas, el Sáhara no pertenece a Marruecos, pero al ser un territorio oficialmente no descolonizado, España sigue siendo a todos los efectos la potencia ocupante, y se la tilda de "potencia administradora". Bajo estos moldes, la independencia saharaui ni está ni se la espera. 

 

El Sáhara está realmente en un limbo legal, puesto que no es independiente, ni es marroquí, ni es español. He aquí la terrible paradoja, y el motivo por el que lleva luchando durante décadas el pueblo saharaui. La zona oeste del Sáhara está prácticamente controlada por Marruecos, pero una pequeña franja al este, más pobre en recursos, está controlada por el Frente Polisario. En 1976, el Frente Polisario estableció en Argelia una especie de gobierno en el exilio, el Gobierno de la (autoproclamada) República Árabe Saharaui Democrática. Hoy día, más de 50 países a nivel internacional reconocen a este Gobierno en el exilio, pero Marruecos, la potencia ocupante de facto, en vez de replegarse, ha ido desde los años 80 controlando cada vez más territorio saharaui. A medida que ha ido extendiendo su control, Rabat ha ido construyendo hasta un total de seis muros para intentar contener el avance del Frente Polisario. En 1975 nuestro país firmó los llamados Acuerdos de Madrid con Marruecos y Mauritania. Según estos acuerdos, España transfería la labor administrativa del territorio saharaui a Marruecos y Mauritania, pero estos actores se desentendieron de dicha tarea. La ONU no reconoce como válidos estos acuerdos, porque no está permitido transferir el control de una metrópoli a otra de un territorio considerado colonizado, sin contar además con la voz y la opinión de su población. La ONU tiene encargado a España el proceso de descolonización del Sáhara, que ha de llevarse a cabo a través de un referéndum. Y aunque Marruecos es quien posee todo el control de facto, la ONU no puede reconocer la ocupación marroquí como legal porque eso sería sentar un peligroso precedente internacional. Por otra parte, Marruecos tiene como objetivo la plena anexión del territorio saharaui, algo a lo que evidentemente el Frente Polisario se opone. La situación lleva décadas empantanada, pues ningún actor del conflicto da ningún paso decisivo que pueda desbloquearla, y el pueblo saharaui no cesa en su empeño de reclamar el referéndum de autodeterminación. 

 

La ocupación marroquí ha propiciado el establecimiento de colonos, que ya suponen prácticamente la mitad de la población del Sáhara. Y con mano de hierro, la monarquía marroquí siempre ha reprimido violentamente cualquier intento o conato de rebelión por parte del pueblo saharaui, así como impedir la más mínima libertad de expresión. La ONG Amnistía Internacional viene denunciando sistemáticamente la continua violación de los Derechos Humanos que se produce en esta pequeña franja del mundo. Y España, como venimos contando, que es quien de verdad debería haber tomado cartas en el asunto de una forma valiente y decidida, ni está ni se le espera. En aras a mantener su amistad con el vecino marroquí, nuestro país siempre ha mostrado una cobardía y una tibieza indignas en este asunto. En resumidas cuentas, el pueblo saharaui lleva 40 años de lucha y exilio. Bien, hasta aquí el relato rápido, para poder hacernos una composición de lugar. Pero comenzaremos a contar la historia con detalle. Tomamos a continuación como referencia este artículo de Pablo A. de la Vega, publicado en el medio digital Rebelion. El Sáhara Occidental está situado en el noroeste del continente africano, con una superficie de 284.000 km2. Limita al norte con Marruecos, al oeste con el Océano Atlántico, al sur y sureste con Mauritania, y al noroeste con Argelia. Su población, cuyos idiomas son el árabe y el castellano, bordea el millón de personas. De acuerdo a las múltiples Resoluciones de las Naciones Unidas y el dictamen de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, España, como potencia colonizadora, tenía la responsabilidad internacional de conducir el territorio saharaui a la descolonización, pero en vez de ello, lo abandonó en 1975 y lo entregó a Marruecos y a Mauritania, mediante los ilegales Acuerdos Tripartitos de Madrid. Entonces, una parte de la población saharaui se desplazó, bajo los bombardeos de la aviación marroquí, a la frontera con Argelia, estableciendo allí los Campamentos de Refugiados Saharauis, bajo la dirección del Frente Polisario, donde sobreviven hasta la fecha gracias a la ayuda humanitaria internacional. La otra parte del pueblo saharaui permanece bajo la violenta, injusta e ilegal ocupación marroquí, sufriendo sistemáticas violaciones a sus derechos humanos, por parte de las autoridades marroquíes y sus fuerzas represivas. 

 

La República Árabe Saharaui Democrática (RASD) fue proclamada el 27 de febrero de 1976, coincidiendo con el anuncio oficial del Reino de España de su retirada del territorio, sin atender a sus tareas de descolonización. Y ahí comenzó el calvario para el pueblo saharaui. Dos años más tarde, en 1978, Mauritania se retiró del conflicto armado; sin embargo, el Frente Polisario continuó su lucha armada durante los siguientes 16 años contra el Reino de Marruecos, que había extendido su ocupación sobre la parte del territorio que estaba anteriormente bajo dominio mauritano. A partir de ese momento, y como siempre ocurre en estos casos, comenzó una lucha diplomática para que terceros países reconocieran a la República Saharaui. La RASD, que goza del reconocimiento de alrededor de 85 países, es un Estado democrático que ejerce su plena soberanía sobre los territorios liberados. Es miembro constituyente de la Unión Africana (UA) y mantiene relaciones diplomáticas al más alto nivel con la mayoría de los países de África y América Latina. Por su parte, la potencia ocupante de facto, el Reino de Marruecos, se encuentra fuera de la Unión Africana desde 1984, debido precisamente a su ocupación del territorio saharaui. Marruecos y España no hacen nada por acabar con el conflicto, por lo visto su opción es eternizarlo, abandonando a su suerte al pueblo saharaui, y mientras todo ello ocurre, el resto de la comunidad internacional (como en tantos otros asuntos, véase sin ir más lejos el conflicto palestino-israelí, que ya desarrollamos en otra serie de artículos de nuestro Blog) ni se moja en el asunto, ni insta a que se mojen otros de forma tajante. El Derecho Internacional y los Derechos Humanos, una vez más, vilmente pisoteados por los intereses unilaterales de unos cuantos países. En el año 1991 se firmó y declaró el Alto el Fuego entre Marruecos y el Frente Polisario, y la ONU arrancó el compromiso mayoritario de celebrar un referéndum de autodeterminación para el pueblo saharaui. Pero desde entonces, la monarquía marroquí ha obstaculizado este proceso por intereses exclusivamente particulares, con la complicidad de España (que es quien hemos dicho que tiene de verdad la responsabilidad legítima originaria), en contra de toda legitimidad y legalidad internacionales. El Sáhara Occidental representa el último vestigio del colonialismo en África, así que solo una acción decidida y valiente de las Naciones Unidas podrá alcanzar una solución justa y definitiva para el conflicto de esta región del planeta, tantas veces ignorada, relegada y postergada, y siempre negada de facto. Continuaremos en siguientes entregas.

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9 diciembre 2020 3 09 /12 /diciembre /2020 00:00

La sexualidad es el placer más accesible, universal y gratuito. Es el bien más democráticamente repartido y forma parte de la vida y de la persona. Someterlo a relaciones de poder, de humillación o de apropiamiento quita dignidad a las personas

Enrique Javier Díez Gutiérrez

También se podría argumentar (y de hecho es un buen argumento) que lo más urgente sería sacar de la precariedad vital a las mujeres que o bien están siendo objeto de trata por parte de las mafias (tras su liberación), o bien no poseen otra mejor alternativa que dedicarse a la prostitución. Bien, he aquí una propuesta para un gobierno mínimamente decente: en vez de beneficiarse de los impuestos recaudados a través de la industria del sexo ("empresas" y locales correspondientes), los gobiernos podrían (deberían) embargar los bienes en posesión de dicha industria, e invertirlos en el futuro de las mujeres que están en el mundo de la prostitución, proporcionando recursos económicos y alternativas reales para que puedan vivir de forma autónoma. En el fondo se trataría de apostar por una intervención preventiva de las causas frente a la represora de las consecuencias, exigiendo al gobierno y a las administraciones erradicar la precariedad del mercado laboral y las condiciones de explotación que en él se viven, que provocan el que la prostitución sea a veces la única alternativa para poder pagar las deudas o mantener a la familia. Es evidente que si erradicáramos (o minimizáramos) el impacto de la precariedad sobre los mercados laborales, las alternativas que ahora mismo no sirven para aliviar la precariedad vital de muchas mujeres se volverían útiles para dicho objetivo, y la prostitución dejaría de ser una opción válida. Pero sobre todo, la mejor política consiste en centrar la acción en la demanda, a través de la denuncia, persecución y penalización del prostituidor (cliente) y del proxeneta. Se trata de una política que en ningún caso se dirige contra las mujeres prostituidas, a quiénes el abolicionismo ni juzga ni persigue, ni pretende su penalización o sanción. La ley del Gobierno Sueco 1997/98:55 sobre la Violencia Contra las Mujeres, prohíbe y penaliza la compra de “servicios sexuales”. Es un enfoque innovador que se centra en la demanda de la prostitución. Suecia cree que “prohibiendo la compra de los servicios sexuales, la prostitución y sus efectos perjudiciales pueden contrarrestarse de una manera más efectiva que la que ha existido hasta ahora”. Y lo que es más importante, esta ley claramente afirma que “la prostitución es un fenómeno social no deseable” y que es “un obstáculo para el actual desarrollo hacia una igualdad entre hombres y mujeres".

 

La compra de servicios sexuales queda identificada en la ley sueca como una práctica de violencia, en este caso de "violencia remunerada" que confirma y consolida las definiciones patriarcales de las mujeres, cuya función primera sería estar al servicio sexual de los hombres. Ésta es la base para comprender la auténtica dimensión del fenómeno prostitucional, si pretendemos realmente acabar con él. No caben por tanto las medias tintas, las soluciones tibias, el mirar para otro lado. Creemos que el abolicionismo básicamente consiste en impedir que se den las circunstancias para que el hecho de la prostitución pueda darse, y en ese sentido, impedir que la demanda se materialice es fundamental para la consecución de dicho objetivo. En el fondo, se trata de deslegitimar social y públicamente a los prostituidores (clientes), como principales actores responsables de esta forma de violencia. Se debe evitar toda forma de regulación o de institucionalización de una práctica que entendemos incompatible con la definición misma de persona, que va contra su dignidad, y que refuerza los lazos y los engranajes patriarcales de las sociedades. Pero no nos engañemos: en el fondo se trata de superar el capitalismo como sistema económico y social, que es el que genera estructuralmente explotación internacional, normaliza las actividades más aberrantes, institucionaliza la precariedad laboral, difunde y extiende el hambre y la pobreza, afianza las relaciones patriarcales, y todas ellas son las causas y el origen último de la mayor parte de la prostitución actual. Por su parte, Carlos París, filósofo, escritor y Presidente del Ateneo de Madrid, en este artículo para el medio publico, lo explica en los siguientes términos: "¿Regular el ejercicio de la prostitución? ¿O eradicarla? Si queremos orientar el debate por un camino humana y éticamente correcto --más allá de los importantes intereses que en este terreno se mueven y de las fáciles soluciones conformistas, que no contrarían a tales intereses--, habría que partir de dos principios básicos. En primer lugar, los seres humanos no pueden ser considerados y tratados como mercancías. En segundo lugar, la utilización del propio cuerpo, para la prestación de servicios sexuales, económicamente retribuidos, no es un trabajo. A estos dos principios negadores podríamos añadir un tercero de carácter afirmativo: las relaciones sexuales entre seres humanos, en una sociedad emancipada, deben ser libres, mutuamente consentidas y desarrolladas en condiciones de igualdad". 

 

Incluso en el reducido ámbito de la llamada "prostitución de lujo" tenemos dudas de que la actividad de la prostitución se lleve a cabo de una forma completamente "libre". Veamos: se trata de mujeres que, sin padecer los efectos terribles de la pobreza y de la miseria (motivo por el que hemos explicado que muchas de ellas se ven obligadas a ejercerla como única vía de emancipación económica), se entregan a esta práctica con un selecto personal de gran poder adquisitivo, a fin de poder disfrutar de bienes, productos y servicios a los que no podrían acceder por otra vía. La prostitución les permite la entrada a un mundo de riquezas y caprichos a cambio de servir de "compañía" y para relaciones sexuales de varones poderosos. Sin embargo, como decíamos, bajo la falsa pretensión de libertad, no deja de actuar (en un contexto capitalista y consumista, agente "creador" de las necesidades) la sutil e invasora propaganda que ilusiona con el escaparate de tentadoras formas de vida y de fácil éxito. De esta forma, las prostitutas de lujo también son hijas de una sociedad alienante y desquiciada, que contempla cómo una relación mercantil con su propio cuerpo puede servir de intercambio para alcanzar bienes materiales de alta gama. Rodeadas de placeres, lujo y caprichos, y conociendo personajes de vida adinerada, en el fondo, no dejan también de ser y estar presas de un mundo perverso que coloniza el cuerpo de las mujeres como un bien mercantilizable, y por tanto, sujeto a la violencia patriarcal. Carlos París lo explica de una forma muy sugestiva: "Un elemento clave en el debate sobre la prostitución es el reconocimiento de la degradación deshumanizadora que implica la relación sexual mercantilizada. Y que hace inaceptable su práctica en una sociedad de personas libres. El cuerpo de la prostituta, en cuanto objeto de pago, se convierte objetivamente --quiérase reconocerlo o no-- en una mercancía. Y el prostituidor se despoja de su personalidad para convertirse en puro dinero. En caricatura, podríamos sustituir su cabeza por una bolsa de monedas". La relación, aún en los casos de prostitución de "alto standing", es de clara asimetría, frente a la igualdad que debe regir las relaciones sexuales entre humanos. Y de claro dominio. El prostituidor tiene el poder económico y satisface su voluntad de poseer sexualmente el cuerpo de la mujer. La prostituida solo posee su cuerpo desnudo y ofrendado al poderoso. Nos encontramos, como asegura París, en la culminación del patriarcado. 

 

Entendemos, por tanto, que va quedando poco debate en torno a las supuestas ventajas de la posible regularización de la prostitución. El único debate posible sería cómo conseguir la abolición de la explotación sexual en la práctica, para una sociedad concreta, y por supuesto, a nivel mundial. De entrada, tres medidas serían urgentes y necesarias a tal fin: 1) Clausurar todos los centros de explotación (burdeles, clubes de alterne, lugares de carretera, puticlubs locales...), incluidos los que se camuflan bajo las actividades de hostelería, amparando así el proxenetismo; 2) Persecución del proxenetismo y del clientelismo de la explotación sexual, así como de su tan extendida publicidad (el ataque a la demanda de prostitución es trascendental para acabar con el fenómeno, como ya hemos analizado); y 3) Concesión inmediata de ayudas económicas y sociales para todas las mujeres víctimas de explotación sexual, con el mismo rango y la misma preocupación que las víctimas de la violencia de género (dicho sea de paso, otra de las crueles manifestaciones del patriarcado). En definitiva, creemos que criminalizando la demanda, desmantelando los clubes donde se ejerce, liberando a las mujeres de la influencia de dichas redes y proporcionándoles buenos sistemas de protección social, se daría un auténtico golpe masivo al fenómeno de la prostitución. Pero no solo: luego tenemos multitud de problemas añadidos. Veamos unos cuantos que no deberíamos dejar de considerar: el hecho de mujeres amenazadas en sus lugares de origen (a sus familias, lo cual dificulta su posible denuncia y liberación, tanto de ellas como de sus compañeras), la inmensa red de negocios cruzados que influyen en la prostitución (lo que implicaría desmantelar todas las relaciones entre ellos), el hecho de promulgar todo un entorno normativo (leyes, decretos..) que rechace de plano toda forma de prostitución, o el factor educativo, imprescindible para comprender el hecho prostitucional como la expresión más violenta del patriarcado, formando las mentalidades que en el futuro puedan rechazar dicho fenómeno de una forma radical. Téngase en cuenta también que la liberación de estas mujeres nos hará enfrentarnos también de lleno con los sectores más vulnerables, tales como las mujeres inmigrantes (irregulares) de la clase desposeída, con frecuencia marginadas por su situación no reglada, lo que implicaría igualmente darle una vuelta a nuestras arcaicas e injustas leyes de extranjería. 

 

A nivel planetario, acabar con el terrible fenómeno de la explotación sexual requeriría no solo extrapolar a todos los países las medidas indicadas anteriormente, sino perseguir de forma implacable todas las redes mafiosas de organización criminal que se dedican al tráfico de mujeres, lo cual ya es mucho más complicado, tanto por el poder de estas redes como por la voluntad política con que pueda emprenderse esta tarea. Quizá el mayor reto sea atender, mediante programas sociales de gran envergadura y amplios objetivos, las carencias de las mujeres prostituidas como uno de los sectores más vulnerables de las sociedades, para lo cual los enfoques y la voluntad política de los diferentes países deben remar en el mismo sentido. Pero volvamos a una idea matriz que sería el mejor antídoto contra la propia existencia de la prostitución: es necesario adoptar políticas preventivas, antes de que puedan existir mujeres que se vean obligadas a aceptar explotaciones abusivas. Pero ello requiere, y quizá sea el objetivo hoy día más inalcanzable, diseñar políticas para abolir la pobreza y la miseria, que son los principales desencadenantes de la esclavitud. Y ello pasa por diseñar medidas que extiendan los medios materiales de vida (como una Renta Básica Universal, por ejemplo) al conjunto de la población, en vez de los clásicos subsidios y medidas para los pobres, preñadas de requisitos absurdos, y que descolocan a los sectores más desfavorecidos, actuando con enormes filtros hacia ellos. Como nos indica Ignacio Aistaran en este artículo para el medio digital Rebelion: "Esto supone tanto como tener en cuenta la estructura de clases de la sociedad actual, la vulnerabilidad de los grupos sociales en la explotación, y pensar en cómo abolir los mecanismos de explotación, lo cual supone tanto como socavar y abolir las dinámicas del capitalismo. No hay otro camino. Todo lo demás son falsas promesas e hipocresía. El avance del neoliberalismo en estas décadas ha sido tan brutal que cosas que estaban claras en la izquierda hace décadas, como el fin de la explotación sexual, han sido olvidadas en las sociedades capitalistas. Ahora a las víctimas se les ofrecen como alternativa progresista la liberalización, la normalización y la regularización de las peores opresiones". Es evidente que los gobiernos, la sociedad de naciones a nivel mundial, ha optado por la globalización capitalista con todas sus consecuencias, en vez de apostar por la globalización de los derechos humanos y de su rigurosa protección. Otro gallo nos cantara entonces, y dejaría de verse la prostitución y la industria del sexo como un trabajo, para verse como lo que realmente es: la más cruel y despiadada versión de la explotación capitalista y patriarcal. Continuaremos en siguientes entregas.

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